Diego Colomba

1-¿Dónde escribís?

En cualquier lado: en el escritorio del aula, en el colectivo de larga distancia, en mi biblioteca, en el piso del jardín, en la hamaca paraguaya. Solo, acompañado.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

De las dos maneras. Poesía: en cualquier papel, cuaderno. Crítica: en el mismo libro que estoy leyendo. Con la compu junto las primeros fragmentos, reescribo una y otra vez los textos hasta terminarlos.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Cuando estoy haciendo un laburo crítico puedo trabajar a diario, en el momento libre que tenga. Con la poesía, por rachas de inspiración.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

El que puedo robarle a mi trabajo y a mis horas de descanso, levantándome muy temprano, si estoy motivado (cada vez menos).

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

No me di cuenta: me tendría que filmar.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Poesía: cuando lo releo mil veces y ya no se me ocurre hacerle ningún cambio, aunque el producto final no sea feliz. Entonces lo cuelgo en la web, para que me pongan cuatro “me gusta” en el facebook, lo sumo a un libro en preparación o lo olvido en la máquina. La prueba para saber si funciona es leerlo en voz alta con los auriculares puestos o tapándome los oídos con las manos, para que resuene. Una vez “terminados”, he enviado poemas a varios buenos poetas y me han hecho excelentes devoluciones, cosas no tan complejas pero que se me escapan porque habitan mi lado ciego, muy reducido cuando hago crítica (lo que dejo pasar entonces es deliberado, no por falta de lucidez).
Crítica: cuando lo tengo que entregar y me parece aceptable.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca? 

Tengo una relación afectiva y nostálgica: me olvido de los libros que tengo. Si tengo que buscar un libro, prefiero buscarlo en la web antes que rastrearlo por los anaqueles. Además, no tengo una relación fetichista con los libros. Podría seguir adelante sin los libros que acumulé durante 25 años. En mi notebook tengo tantos libros que no podría leerlos en lo que me queda de vida.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

El que soñé, cuando era adolescente, que escribiría de adulto.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Mentiría si dijera que hay cinco libros indispensables: creo que ninguno lo es. Nombraría cinco libros de mi biografía de lecturas, que tienen una dimensión mítica vivencial para mí, que espesaron mi presente cuando los leía y se volvieron parte de mí, esto es, los puedo recordar antes de ahogarme en el río: Las rimas de Bécquer, Corazón amarillo de Neruda, Crítica y verdad de Barthes, Cayó sobre su rostro de Viñas y La novela luminosa de Levrero. Y déjenme sumarle los boletines subrayados del Centro de Crítica de Humanidades y las revistitas Paradoxa que me regalaba Giordano. En mi biblioteca ideal están los recuerdos de mis charlas con los profesores Alberto Giordano y Aldo Oliva, dos inteligentes y enormes lectores con los que pude conversar desde la inocencia y el entusiasmo y con quienes aprendí a leer literatura.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

No me interesa el asunto: que cada cual valore en exceso lo que quiera. Tampoco me interesa hacer justicia con los ignorados o mal leídos. Lo hará o no el paso del tiempo. Como saben, administro el sitio de prensa virtual Letracosmos; podría ser atacado, desde un punto de vista ajeno al medio, como una permanente sobrevalorador.
Pero algo es cierto: para dar un ejemplo de la literatura argentina, sacando HOY a Hernández, Sarmiento, Borges, Arlt, Saer, Puig y Aira (aunque todos ellos también fueron y el último es presa de los mismos devaneos de la cultura), los autores del presente son sobre y sub valorados por los accidentes propios de la historia y sus instituciones.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

En la poesía, intensa. No puedo escribir sin inspiración, sin esa voz que me dicta. En crítica, no la necesito. Lo que necesito es tiempo, y ya sé que no lo voy a tener por mi oficio docente (tengo que laburar mil horas para tener una vida de clase media) y por ser padre de tres hijos. Lo que me queda es hacer trabajos de corto aliento, sin apuro y sin demandas de rigor académico (la obligación justificada de agotar el estado de una cuestión, aunque leyendo y escribiendo seas un mediocre).

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando puede dialogar largo y tendido con un texto y no está desvariando ni reduciendo su potencial polisémico (si es un buen texto). Otra: un buen lector es alguien que se aburre pronto con los malos textos. Otra: un buen lector es el que puede dialogar intensamente hasta con los malos textos. Otra (versión ética): un buen lector es el que se evade de la realidad para sumergirse en el mundo del sentido y se arriesga a terminar pensando que su vida es una desgracia o, como en mi caso, que soy una persona feliz y con suerte, que la realidad es una desgracia.

Bonus Track:
-Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.


Como dijo Adrián Dárgelos, los buenos drogadictos no son buenos en ninguna otra cosa. Yo estuve fascinado por el tema y perdí años leyendo la biblioteca de la droga y el alcohol: De Quincey, Los paraísos artificiales de Baudelaire, Aldous Huxley, Memorias de Cody de Kerouac, El almuerzo desnudo y Yonky de Borroughs, Ginsberg, etc. etc. La adicción es lo opuesto a la palabra, es estar sin palabras: a-dicto… Es un límite de la literatura (del lenguaje) como el silencio y la música. Sirve para vivir. Si sirve para escribir, debe ser usada en una medida mínima, porque la literatura es un delirio controlado por la conciencia. Además, lo del mundo descubierto por la alteración perceptual y sensitiva es un mito: en general todos flashean con las mismas cosas, con los mismos mambos, con las mismas imágenes. Otra: el displacer, la tensión, es productiva. Salvo gente que está muy mal, se usa la droga para descansar de esa tensión con el mundo. Por lo tanto, me parece improductiva. Como cantaba Baglietto, “solo es una forma más de demorarte”.

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?





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