Leandro Llull

1-¿Dónde escribís? 

Versos, en cualquier parte. Un bar, un colectivo, la oficina donde trabajo, mi habitación, el parque, etc. Pero hay sitios como los comercios o los lugares demasiado multitudinarios que me dan rechazo. Nunca puedo anotar las impresiones que tengo cuando estoy ahí, lo que valoro de manera negativa, porque, si se quiere escribir, hay que estar preparado para cualquier circunstancia. Narrativa, cien por cien en casa.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Generalmente, los versos los escribo a mano y la narrativa en la compu. Aunque siempre termino trabajando en el procesador de textos. Más allá de que no me llevo bien con la tecnología, reconozco que las posibilidades de confrontación que brinda el Word entre una variante textual y otra, a través de las mil ventanitas que podemos superponer, me son muy útiles. 

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

No escribo todos los días ni tengo un horario. Si algo aparece, dejo lo que estoy haciendo y tomo un apunte. Por las noches trato de sentarme a repasar, bajo la luz amarilla de la lámpara del escritorio.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Siento que la escritura es deseo, así que le doy el tiempo que ella quiere y cuando lo reclama. Lo que sí hago de manera más estricta es leer (mientras desayuno, después del almuerzo, y antes de acostarme).

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

Solamente tengo el hábito de guardar cuanto papel inútil encuentro en el trabajo y armarme blocks caseros para escribir en ellos el primer boceto de lo que podría llegar a ser un poema.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Existe un punto en el que el oído, por más que el entendimiento no lo considere así, te indica que ya no hay nada que tocar. Cuando llego ahí, abandono el texto y luego lo comparto con una amiga para que me dé su opinión. El diálogo que se abre en ese momento es muy importante porque me hace tomar una nueva conciencia del carácter objetivo de lo escrito y empieza a demandarme un trabajo más artesanal que el de la primera expresión. Entonces la oreja se afina y el sentido se ajusta hasta que aparece la sensación de estar en presencia de algo vivo, algo orgánico tramado por las palabras sobre la hoja.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Es una construcción amorosa. Por un lado está la nostalgia de lo que ya no leeremos por primera vez, y por el otro, la presencia de aquello que desde su desconocimiento nos convoca. Hay épocas en las que ordeno y otras en las que dejo crecer un jardín salvaje de lomos y tapas. Me gusta adornar los anaqueles con otros objetos preciados, como juguetes, fotos, dibujos, souvenirs, y todo tipo de baratijas. A pesar de que soy posesivo con los libros, con el tiempo fui perdiendo cierto fetichismo a medida que entendí que ellos viven en uno y no uno en ellos.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Todos los que me fascinaron y nada más pude disfrutar en traducción.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Si me la tengo que jugar, digo: 1) Las elegías de Duino y Los cuadernos de Malte Laurids Brigge, de Rilke; 2) Las estaciones de Van Gogh, de Amelia Biagioni; 3) Las tribulaciones del estudiante Törless, de Musil; 4) En busca del tiempo perdido, de Proust; 5) Nueve cuentos, de Salinger. De contrabando metería todo Lezama, todo Juanele, todo Viel, todo Padeletti, todo Benjamin, todo Mann, todo Onetti, todo Joyce, todo Martí, todo Vallejo, y así hasta las tinieblas.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Autores sobrevalorados, todos aquellos en los que se pone más atención en la biografía que en la obra, porque para un escritor, en su condición de tal, su vida son sus textos. Libros sobrevalorados, los que se tienen en cuenta en la contemporaneidad por un rompimiento que sólo es ponderable a través del tiempo y no en su presente. Autores poco valorados, los que llevan a cabo su labor de manera paciente y apartados del ruido, a quienes apenas si se los conoce por la tapa de sus libros (si es que éstos son publicados), y que saben que la verdadera literatura sobrevive siempre, sea cual sea la sociedad en la que se geste. Libros poco valorados, los que se escriben con el distante ardor que toma de su época sólo lo vital.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

Sigo a Padeletti e intento el ejercicio de la atención. Sigo a Picasso y trato de que me encuentre trabajando, aunque ese trabajo sólo sea un estado corporal.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando se pregunta sobre la necesidad de la existencia del texto que está leyendo. Cuando no se identifica sino que se conmueve. Cuando siente quién y desde qué lugar le habla. Cuando entiende que un texto no es nada si no se encuentra trepanado por la carnalidad de una voz.

Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.

Charly dijo una vez que todo lo que había compuesto tomado era una porquería, confesión en la que me siento incluido. Nunca pude hilvanar dos letras seguidas en el hervor del alcohol o de otra alteración. Si se me han ocurrido o he visto cosas (como la noche en que me tiré en el piso del zaguán de mi vieja casa a las seis de la mañana y a través del vidrio de la puerta los colores del cielo se me hicieron algo palpable entre los dedos, o un mediodía al despertarme en el que tuve una conversación con una nena que estaba escondida debajo de una silla en la pieza), sobre ellas escribí después, sin ardores en la frente.

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?







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