Álvaro Abós



1- ¿Dónde escribís? ¿Trabajás en computadora o a mano?

En la computadora, en cuadernos, libretas, servilletas de bares, en los bordes de un diario, últimamente en las páginas blancas que algunos libros tienen al final. El problema con estos últimos apuntes es que olvido dónde dejé ese libro.

2- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo? Cuanto tiempo le dedicás?

Soy profesional, vivo de esto y para esto. Escribir es un trabajo raro que necesita tiempo completo. Escribo cuando redacto pero también cuando miro un partido de fútbol o cuando me afeito. Un libro es una obsesión, por lo tanto también una adicción. La dedicación depende del proyecto y su estado. Cuando un libro ha cuajado y debo terminarlo, no hay límites. Ocupa todo el tiempo, todo el cerebro y el corazón. Durante mucho tiempo, fui búho. Las obligaciones cotidianas me alejaron del trabajo nocturno. Ahora, de mañana duermo de noche leo, y de tarde, en “la hora violeta”, amo y escribo. Últimamente, cada vez más, escribo.

3- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

La mayor cantidad de silencio, de soledad para el momento bravo, que es la redacción en bruto, cuando hay que echar fuera los fantasmas. Después, en la etapa de reescritura, corrección, ampliación o corte, puedo ser más flexible.

4- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Un momento crucial es cuando lo mandás al editor. O si no lo tenés, cuando lo empezás a buscar. De todos modos siempre queda una posibilidad, la corrección de pruebas. Por tanto, el final de todo es cuando va a la imprenta.

5- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

La misma que con una mujer: la amo, sobre todo cuando la domino. A veces, últimamente con frecuencia, se me escapa de las manos, insiste en tener vida propia. Quiere convertirme en su esclavo. Un día de estos acabaré con ella. El fuego…

6- ¿Qué libro te gustaría leer?

El que estoy tratando de escribir ahora.

7- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?
                                                                                  
Para la vida, El oficio de vivir de Pavese, el Libro del desasosiego de Pessoa, los poemas de Emily y todo Macedonio. Para los trabajos literarios, es cambiante. En mi actual etapa de dedicación a la novela negra, dos joyas latinoamericanas: El gran arte de Rubem Fonseca y Linda 67 de Fernando del Paso.

8- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados? 

¿La valoración por quién? Todos somos infravalorados por el mundo, porque la literatura está considerada como un juego inútil. En lo cual seguramente el mundo tiene razón. Por lo tanto, la valoración es siempre incierta y frágil. Trato de no olvidar nunca esta premisa: para un artista, sólo hay una cosa peor que el fracaso, y es el éxito.

9- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

No creo en ella, que la hay, la hay.

10- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando frecuenta las librerías de viejo. En especial, las del tipo covacha, donde se puede practicar la búsqueda de joyas ocultas. Las librerías de nuevo son territorios muy condicionados por el mercado. Desconfío de todo escritor que sólo se nutre con libros nuevos.

Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 

¿Te parecen poco estímulo alterado la indignación, la pena, el amor, el hastío, el miedo y otras sustancias parecidas? 


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