1-¿Dónde escribís?
Siempre en mi casa, no puedo escribir
ni leer en bares, confiterías o sitios parecidos; el entorno me distrae.
2- ¿Trabajás en computadora o a mano?
Invariablemente, con computadora,
comencé con una Comodoro 125, que ni siquiera tenía disco rígido hasta llegar a
la Mac que uso en este momento. Antes de las PCs escribía con máquina
eléctrica, me cuesta escribir a mano porque mi letra suele ser ilegible, más
allá de los textos que escribo, que a veces también lo son. No obstante, no soy
un enemigo de la lapicera: hago apuntes a mano que utilizo con frecuencia.
3- ¿Escribís todos los
días? ¿Tenés un horario fijo?
Soy de los que piensan que los
escritores escribimos siempre aunque no cumplamos con el acto físico de
sentarse frente a la pantalla y el teclado. En cuanto a qué hora del día o de
la noche llevo a cabo ese acto, no tengo horario fijo, tampoco orden
establecido. Soy un bicho noctámbulo, no voy a dormir antes de las tres de la
madrugada, por lo que escribo a esa hora, pero también lo hago en las mañanas y
por las tardes, ya que odio dormir la siesta.
4-¿Cuánto tiempo le dedicás?
Nunca calculé el tiempo, si estoy
embarcado y entusiasmado en un texto puedo dedicarle días enteros, con sus noches,
y con idéntica pasión puedo pasar días sin escribir una línea.
5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a
la hora de sentarse a escribir?
Sí, más de uno. Música adecuada:
Mozart, Bach, Vivaldi, jazz desde el tradicional hasta el cool, siempre
instrumental, sin voces. Pipa cargada y lista para ser prendida. Aunque parezca
un obsesivo, atiendo el teléfono así esté en plena “creación” y me levanto cada
dos horas para estirar las piernas.
6- ¿Cuándo das por terminado un texto?
¿Qué recorrido emprende ese texto?
Soy de los que piensan que un texto
jamás está terminado, se termina cuando el autor también se termina. Por
consiguiente, mientras yo siga vivo, mis cuentos y novelas gozarán de nuevas
correcciones así estén repetidamente editados.
7- ¿Qué relación tenés con tu
biblioteca?
De total empatía, salvo en los cuartos
de baño (Hemingway incluso los tenía ahí) en todos los sitios de casa, incluida
la cocina, hay estantes con libros; no podría vivir sin ese objeto maravilloso.
8- ¿Qué libro te gustaría leer?
Si tenés en cuenta que aún viviendo
cinco o seis veces más de lo que habitualmente vivimos, digamos aún siendo
Matusalén, no tendríamos tiempo de leer todos los grandes libros que se han
escrito, imagínate cuántos serían los libros que me gustaría leer antes del
largo adiós, y no me refiero a la gran novela de Chandler.
9- ¿Qué cinco libros no pueden
faltar en tu biblioteca ideal?
De hecho, La Biblia y El Quijote.
También Shakespeare, Kafka y Borges, ya que los tres más que un libro son una
literatura.
10- ¿Cuáles son los autores/libros que
te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?
No me siento juez para juzgar aquellos
autores/libros que me parezcan sobrevalorados, pero puedo darte una larga lista
de autores argentinos que no están suficientemente valorados: Antonio Di
Benedetto, Daniel Moyano, Isidoro Blaisten, Humberto Costantini, Marco Denevi,
Alfredo Varela, Enrique Wernicke, Alberto Vanasco, Bernardo Kordon, Pedro
Orgambide ¿muchos no? Y seguramente olvido otros nombres. Cada uno de ellos
hizo un aporte importante para nuestra narrativa y se los tiene poco y nada en
cuenta.
11- ¿Qué relación tenés con la
inspiración?
Casi ninguna, adhiero a aquella frase
que le atribuyen a Picasso: “diez por ciento de inspiración y noventa por
ciento de trabajo”.
12- ¿Cuándo una persona se convierte en
un buen lector?
Cuando advierte que no puede estar sin
leer, el resto, es decir lo que lee, ya corre por el gusto de cada cual.
Bonus Track:
-Experiencias e impresiones de
escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia
alterado.
En mi juventud, es decir cuando tenía
20 años, tomaba Stenamina (una anfetamina que creo que hoy se sigue vendiendo)
casi a diario, por tal razón podía pasarme dos o tres días sin dormir y era dueño
de una lucidez espeluznante, utilísima a la hora de escribir, pero muy dañina para
mi salud. Así lo entendió un médico que me prohibió la droga y la reemplazó por
otra, Valium, por lo cual pasé de los nervios constantes a la paz permanente
(honestamente no sé qué es mejor) y ya en plan paz, probé escribir después de
fumar un porro, debo confesar que no salió nada digno. En la actualidad, por no
tomar ni tomo aspirinas y sólo fumo tabaco de pipa.
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