Pablo Colacrai

1-¿Dónde escribís? 

En mi casa, en una suerte de estudio (ver foto adjunta).

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

En computadora, creo que nunca escribí a mano, no me entiendo la letra.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Sí, escribo prácticamente todos los días por la mañana (no muy temprano), hasta el medio día. 

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Alrededor de dos horas diarias.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

No, ningún ritual. A veces, cuando todavía estoy medio dormido para escribir (en general me cuesta despertarme) releo un cuento o unas páginas de algún libro que pienso que me puede servir para lo que estoy escribiendo.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Nunca. Los textos nunca los doy por terminados, siempre hay algo más que retocar, que mejorar. En cuanto al recorrido, la primera en leerlos es Paula, mi mujer. De ella tengo la primera impresión y me doy cuenta si el texto va a funcionar o no. Después, si veo que vale la pena (muchos no pasan este primer filtro) lo sigo trabajando unos meses hasta que los siento más ajustado. Entonces se lo doy a leer a Alma Maritano y a Martín Sansarricq, que son mis dos lectores de confianza. Con lo que ellos me dicen vuelvo a corregir y lo dejo descasar. De ahí en adelante, cada vez que tengo la oportunidad de publicarlo o de mandarlo a algún concurso lo reviso y, casi siempre, tengo cosas que modificarle.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Fetichista, claro. Me gusta saber que está ahí, a mis espaldas, mientras escribo, mientras leo, mientras contesto mails. Me gusta alimentarla, como a un animalito. Disfruto con cada nuevo libro que sumo. Disfruto buscándole el lugar correcto, el preciso. Es, sin dudas, lo único que mantengo aplicadamente ordenado. Sin embargo, también es un espacio de frustración, de conciencia de finitud diría, porque tengo libros que todavía no pude leer y porque faltan muchísimos libros que quisiera tener, o ya haber leído.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Guerra y paz, me gustaría tener algún día la paciencia para sentarme a leerlo sin culpa, sin pensar en todos los otros libros que no estoy leyendo por leer ése. Y también, si lograra la suficiente paciencia,  los siete tomos de En busca del tiempo perdido. Pero a esto lo veo más difícil todavía.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Boquitas pintadas, Ficciones, Las palmeras salvajes, Madame Bovary y Erase una vez en Europa, de John Berger.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Un libro que fue muy leído, muy comentado y hasta premiado y que a mí no me convenció para nada, al punto que no pude terminarlo, fue “Ensayo sobre la ceguera” de Saramago.
En cuanto a los menos valorados, sigue llamándome la atención que en Argentina no se lean (en realidad ni siquiera se consiguen) los libros de Juan Marsé.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

Ninguna, prácticamente. La idea de un cuento tarda tanto en cristalizarse en un texto que le pierdo el rastro, casi ni me acuerdo, al final del proceso, cuando se me ocurrió. Por otro lado, los textos cambian tanto en el camino que va desde el primer borrador hasta su forma final, que es imposible dividir qué de eso es “inspiración” y que cosa es mera terquedad. Es cierto que hay días en que uno está más suelto, más creativo, más abierto, pero no siempre esos días unos escribe las líneas que van a quedar en las versiones finales. Muchas veces ésos son los días que uno escribe muchas palabras que no van a ningún lado. O que son, de alguna manera, la condición de posibilidad de otras, más trabajosas, menos fluidas, pero más precisas.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

No tengo muy en claro qué se entiende por un buen lector en sentido amplio. Estoy convencido de que no debería estar asociado ni a la cantidad ni a la calidad de los libros leídos. Pero, de ahí en adelante, me parece que la definición es muy compleja y se la dejo a otros. Sobre lo que sí tengo una posición tomada a acerca de qué es ser un buen lector en lo que a la escritura se refiere. Porque lo fundamental para un escritor no es tanto haber leído mucho, ni haber leído a autores importantes o consagrados  (la experiencia demuestra que muchos buenos lectores, en ese sentido, no escriben; o escriben mal), sino ser capaces de leer de otra manera. Me gusta pensar que, como dice García Márquez en el famoso prólogo a los cuentos de Hemingway, los escritores leen, en realidad, para saber cómo están hechos los libros. Leer así implica desarmar sin piedad esas maquinarias complejas y minuciosas que son los textos, para entender cómo fueron construidos, con qué piezas, con qué herramientas. De ahí surgirá el reservorio de recursos que cada uno va almacenando y permitirá después, con suerte, producir un texto que valga la pena. Y para eso no hace falta ser un erudito ni conocer toda la historia de la literatura universal, hacen falta sólo paciencia, una cierta predisposición y una mirada analítica. Si alguien logra hacerlo, aunque sea sobre un pequeño cuerpo de textos, creo que puede ser considerado un buen lector.


Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 

Se las debo. El alcohol es para mí una situación compartida, social. La escritura, en cambio, es una experiencia absolutamente íntima e individual. No he podido, hasta ahora, hacerlas convivir.

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?





2 comentarios:

  1. Muy lindo, soy artista plástica, metida ahora entre las letras, que si bien me acompañaron desde la infancia, empezaron a salir del fondo del cajón para convertirse en algo más o menos público...y ahora estoy investigando y viendo ya no a los célebres que conocí desde las bibliotecas, sino a los vivitos y coleando como yo. Y es muy placentero lo que encuentro, ojalá alguien más pueda decir eso de mí un día!

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