1-¿Dónde escribís?
Por lo general en mi departamento pero
cada tanto trato de mantener un borrador mental de todo aquello que pienso escribir y cruzo los dedos para que no se me
pierda.
2- ¿Trabajás en computadora o a
mano?
En mi computadora y en varios cuadernos a rayas a la vez.
3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés
un horario fijo?
Escribo a diario pero no siempre literatura. Por lo general la poesía está
dentro de una constelación de textos donde ingresan otros programas de
escritura como papers o reseñas. Y no tengo horarios fijos.
4-¿Cuánto tiempo le dedicás?
Como tengo horarios mosaicos por el tema de la docencia subordino los tiempos de la escritura a esos espacios en blanco que me van quedando a lo largo de la semana y trato de que, por mínimo que sean, resulten significativos.
5- ¿Algún ritual, costumbre o manía
a la hora de sentarse a escribir?
Mi café con leche.
6- ¿Cuándo das por terminado un
texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?
En general nunca los doy por terminados a mis textos. Siempre los pienso
como una suerte de proyecto de escritura por más que tengan editores o estén circulando
en diferentes lugares. El asunto es que al pensarlo así, por más que hay cierta
recursividad en las lecturas, me permite corregir libremente una y otra vez. Le
apuesto a la naturaleza dialógica de los textos pero el recorrido que emprende
por lo general no lo conozco del todo. A veces circulan entre autores y
lectores que nunca imaginé que tendría. Me sucedió con Newton y yo, con varias
personas en Bs. As (yo vivo en el interior del interior) o me ha sucedido hace
poco que aparecen textos míos, reseñas o fragmentos de papers, en ámbitos que
no hubiese creído que podrían llegar.
7- ¿Qué relación tenés con tu
biblioteca?
Es como mi casa o mejor: un tótem. Si me muevo tendría que acompañarme.
8- ¿Qué libro te gustaría leer?
Equilibrio en las tablas de Jonás Gómez. Lo busco hace tiempo y aún no lo puedo conseguir.
9- ¿Qué cinco libros no pueden
faltar en tu biblioteca ideal?
La vista de Claudia Masin, Ostraca de Teresa Arijón, El árbol de las palabras de Mirta Rosenberg, La mitad de la verdad de Irene Gruss y las Voces de Antonio Porchia.
10- ¿Cuáles son los autores/libros
que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?
Entiendo, de primeras, que hay varios supuestos referidos a políticas estéticas dentro del ámbito de la literatura que atañen al modo en que se legitiman textos. En esa dirección recuerdo a Macedonio: “Clasificar asuntos como unos mejores, más interesantes que otros, es hablar de ética: hacer estética es ejecutar artísticamente bien cualquier asunto”. Como si lo ético y lo estético fueran un binomio indisoluble. Digo: a veces los juicios estéticos sobre las obras son crueles cuando no pobres o innecesarios independientemente de que aparezcan en plataformas con nombres prestigiosos o no. Como sucede con el personaje que encarna el crítico de la película Ratatouille. Hay operaciones de las diferentes formas que puede asumir el aparato de la crítica que, performativamente hablando, pueden devaluar, o sobrevalorar, textos.
En otros términos: se construyen o se destruyen textos literarios. Y a
veces no se tiene en cuenta que detrás de cada obra está la subjetividad de
cada autor y eso, de alguna manera, me parece que merece cierta cortesía, o
respeto, por lo menos. Después, si tuviese que hablar de textos que a mí
entender en Córdoba no han sido del todo “valorados”, por una cuestión de
circulación más que nada, pienso en Despiértenme
cuando sea de noche un libro de cuentos de Fabio Martínez editado por
Nudista que por una u otra razón siempre cuando lo releo me emociona, y sino en
San Francisco/ Córdoba de Luciano
Lamberti, libro de poemas, editado por Editorial Funesiana, que por cuestiones
que no termino de entender podría haber circulado más y espero lo haga porque
tiene poemas geniales.
11- ¿Qué relación tenés con la
inspiración?
Ninguna. Trato de mantener una relación orgánica con el lenguaje. Pienso en eso. A veces no puedo distinguir un chiste de una idea que me parece interesante o de un verso o una frase que podría integrar a un texto.
12- ¿Cuándo una persona se convierte
en un buen lector?
No lo sé. Se me ocurre pensar en textos de Roland Barthes
que funcionan como la catequesis de la teoría literaria. Leer por placer en
cuanto lo leído adquiera significación para la propia experiencia o el propio
mundo de la vida independientemente de si se lee con fines nada más que
instrumentales o para pasar el tiempo. No creo que exista una única tipología
de lector como tampoco creo que para cada texto exista un lector modelo porque
muchas veces se activan contratos se lectura que en principio alteran, distorsionan
o desfiguran, las intenciones iníciales de la maquinaria textual y eso, en
primera y última instancia, es lo que más me gusta de un lector: cierta actitud
de atrevimiento.
Bonus Track:
-Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.
-Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.
No muchas. Pienso en personajes como los de Burroughs o Dick que son tan
decadentes por momentos que ni siquiera le encuentran sentido a las drogas. La
literatura, en mi caso, hace un recorrido por fuera y hacia el interior de esas
experiencias simultáneamente. De adolescente tenía amigos unders: heavys, punks,
darks, hardcores, lo que se dice outsiders pero sólo pasaba el tiempo con ellos de manera contemplativa y leí mucho, todo
el tiempo. Supongo que la literatura era la sustancia en ese momento y algo de
aquella época todavía sigue activo.
¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?
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