Marcelo Díaz

1-¿Dónde escribís?

     Por lo general en mi departamento pero cada tanto trato de mantener un borrador mental de todo aquello que pienso escribir y cruzo los dedos para que no se me pierda.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

  En mi computadora y en varios cuadernos a rayas a la vez.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Escribo a diario pero no siempre literatura. Por lo general la poesía está dentro de una constelación de textos donde ingresan otros programas de escritura como papers o reseñas. Y no tengo horarios fijos.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Como tengo horarios mosaicos por el tema de la docencia subordino los tiempos de la escritura a esos espacios en blanco que me van quedando a lo largo de la semana y trato de que, por mínimo que sean, resulten significativos. 

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

Mi café con leche.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

En general nunca los doy por terminados a mis textos. Siempre los pienso como una suerte de proyecto de escritura por más que tengan editores o estén circulando en diferentes lugares. El asunto es que al pensarlo así, por más que hay cierta recursividad en las lecturas, me permite corregir libremente una y otra vez. Le apuesto a la naturaleza dialógica de los textos pero el recorrido que emprende por lo general no lo conozco del todo. A veces circulan entre autores y lectores que nunca imaginé que tendría. Me sucedió con Newton y yo, con varias personas en Bs. As (yo vivo en el interior del interior) o me ha sucedido hace poco que aparecen textos míos, reseñas o fragmentos de papers, en ámbitos que no hubiese creído que podrían llegar.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca? 

Es como mi casa o mejor: un tótem. Si me muevo tendría que acompañarme.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Equilibrio en las tablas de Jonás Gómez. Lo busco hace tiempo y aún no lo puedo conseguir.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

La vista de Claudia Masin, Ostraca de Teresa Arijón, El árbol de las palabras de Mirta Rosenberg, La mitad de la verdad de Irene Gruss y las Voces de Antonio Porchia.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Entiendo, de primeras, que hay varios supuestos referidos a políticas estéticas dentro del ámbito de la literatura que atañen al modo en que se legitiman textos. En esa dirección recuerdo a Macedonio: “Clasificar asuntos como unos mejores, más interesantes que otros, es hablar de ética: hacer estética es ejecutar artísticamente bien cualquier asunto”. Como si lo ético y lo estético fueran un binomio indisoluble. Digo: a veces los juicios estéticos sobre las obras son crueles cuando no pobres o innecesarios independientemente de que aparezcan en plataformas con nombres prestigiosos o no. Como sucede con el personaje que encarna el crítico de la película Ratatouille. Hay operaciones de las diferentes formas que puede asumir el aparato de la crítica que, performativamente hablando, pueden devaluar, o sobrevalorar, textos.
En otros términos: se construyen o se destruyen textos literarios. Y a veces no se tiene en cuenta que detrás de cada obra está la subjetividad de cada autor y eso, de alguna manera, me parece que merece cierta cortesía, o respeto, por lo menos. Después, si tuviese que hablar de textos que a mí entender en Córdoba no han sido del todo “valorados”, por una cuestión de circulación más que nada, pienso en Despiértenme cuando sea de noche un libro de cuentos de Fabio Martínez editado por Nudista que por una u otra razón siempre cuando lo releo me emociona, y sino en San Francisco/ Córdoba de Luciano Lamberti, libro de poemas, editado por Editorial Funesiana, que por cuestiones que no termino de entender podría haber circulado más y espero lo haga porque tiene poemas geniales.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

Ninguna. Trato de mantener una relación orgánica con el lenguaje. Pienso en eso. A veces no puedo distinguir un chiste de una idea que me parece interesante o de un verso o una frase que podría integrar a un texto.  

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

No lo sé. Se me ocurre pensar en textos de Roland Barthes que funcionan como la catequesis de la teoría literaria. Leer por placer en cuanto lo leído adquiera significación para la propia experiencia o el propio mundo de la vida independientemente de si se lee con fines nada más que instrumentales o para pasar el tiempo. No creo que exista una única tipología de lector como tampoco creo que para cada texto exista un lector modelo porque muchas veces se activan contratos se lectura que en principio alteran, distorsionan o desfiguran, las intenciones iníciales de la maquinaria textual y eso, en primera y última instancia, es lo que más me gusta de un lector: cierta actitud de atrevimiento.

Bonus Track:
-Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.

No muchas. Pienso en personajes como los de Burroughs o Dick que son tan decadentes por momentos que ni siquiera le encuentran sentido a las drogas. La literatura, en mi caso, hace un recorrido por fuera y hacia el interior de esas experiencias simultáneamente. De adolescente tenía amigos unders: heavys, punks, darks, hardcores, lo que se dice outsiders pero sólo pasaba el tiempo con ellos de manera contemplativa y leí mucho, todo el tiempo. Supongo que la literatura era la sustancia en ese momento y algo de aquella época todavía sigue activo.

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?





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