Yanina Giglio

1-¿Dónde escribís? 

Generalmente escribo en mi casa, pero también busco espacios donde pueda tener contacto con la naturaleza.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Suelo hacer pequeños bocetos o esquemas a mano y después explayarme en la computadora.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Sí, por suerte ahora escribo diariamente, el horario no es fijo pero sí es habitual que sea por la noche, hasta muy pasada la madrugada.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Es variable, depende de la etapa de elaboración de cada texto. A veces son seis horas diarias y otras con una hora es más que suficiente. Además, asisto semanalmente a un taller individual de escritura con la poeta Claudia Masin.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

Escribir en sí ya es un ritual para mí, en el que tengo dos vicios: siempre me acompañan el mate amargo y el tabaco.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Nunca doy por terminado un texto, justamente pienso todo lo contrario, un buen texto siempre está haciéndose, aunque ya haya sido publicado. Porque la multiplicidad de sentidos que intento lograr hace que lo escrito sea resignificado una y otra vez, tanto por el lector como por mí misma. El recorrido de mis textos también es muy cambiante, a veces es un camino de mucho esfuerzo y corrección y otras, prácticamente son expulsados y quedan intactos sin que me atreva a tocarles nada; cada uno tiene su “vidita”. Pero si tendría que buscar algo que sea común entre ellos es la música, todos están habitados por una música interna que tiene un comienzo, un clímax y un final.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

La relación con mi biblioteca fue cambiando con el paso del tiempo en paralelo con los aprendizajes de mi vida. En mi infancia y adolescencia estaba repleta, saturada de enciclopedias. Acumulaba libros compulsivamente. Ya cuando me mudé y viví sola me desprendí de todos aquellos ejemplares entrañables, y de a poco fui armando una nueva pero acotada. Me gusta mucho cargar con libros, tengo siempre dos o tres en la cartera, otros tantos en el auto. Digamos que pasé de almacenar libros como fetiche a tener sólo los más necesarios.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Me gustaría conseguir y leer “La casa de la fuerza”, de la española Angélica Liddell.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

“Aprendizaje o el libro de los placeres”, de Clarice Lispector. “Don Quijote de la Mancha”, de Miguel de Cervantes. “El libro tibetano de la vida y de la muerte”, de Sogynal Rinpoche. “Sobre héroes y tumbas”, de Ernesto Sábato y “La plenitud”, de Claudia Masin.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Creo que los autores menos valorados somos los que estamos vivos, en general se lee y pondera más a los muertos. Y los sobrevalorados pienso que son aquellos autores de libros de “autoayuda”.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

La inspiración no es algo que me limite, me he sentido muy pocas veces inspirada. Pero esas veces en que me sentí “convocada” fueron muy intensas, maravillosas. Creo que uno va generando un clima ideal (de acuerdo a cómo se sienta) para ofrecerse las mejores condiciones al momento de escribir, en mi caso ayuda a veces la música de fondo, otras el silencio absoluto, o un buen vino o un café intenso o un paisaje adorable. De todas formas busco prescindir de todo, abstraerme y de lograr escribir más allá de cualquier contexto.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Si suponemos que hay malos y buenos, pienso que un buen lector es aquel que logra leer entrelíneas y que a partir de adquirir un nuevo capital simbólico puede trascender su propia coyuntura y participar activamente desde una posición transformadora dentro de su comunidad.  

Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 


En mi caso nada de lo que escribí estimulada y/o alterada con sustancias tiene sustento poético, fueron más bien anotaciones de tipo diario íntimo. Ninguna publicable. El ejercicio de escribir ya de por sí, me lleva a un estado de conciencia alterado.  Y sin lugar a dudas amar y ser amada en total sincronía es mi estímulo máximo.



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