1-¿Dónde escribís?
En el lugar que sea, con la
computadora que tenga a mano. Si no tengo computadora, en papel. Si no tengo
papel, igual estoy escribiendo en mi cabeza.
2- ¿Trabajás en computadora o a mano?
Computadora.
3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?
No escribo todos los días pero
todos los días estoy pensando en escribir. Desde hace años que vinculo la
escritura con una forma particular de vivir y disponer del tiempo: el horario
fijo sólo es una herramienta que puede venir bien para cierta parte del
proceso. Mi momento preferido de escritura es la madrugada, cuando casi nadie
hace otra cosa que soñar y guardar energías para el día que viene, o están
todos de fiesta o reunidos: en esos momentos algo de silencio vuelve al mundo,
creo que todo baja un poco los decibeles y la velocidad.
4-¿Cuánto tiempo le dedicás?
Todo el tiempo que me quede de
vida.
5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a
escribir?
Depende de qué esté
escribiendo. Como suelo trabajar con un abanico amplio de géneros, puedo ir
desde la conexión histérica a la web a poner un buen disco y dejarlo de fondo o
fumar un pucho cada diez líneas.
6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende
ese texto?
Como decía antes, depende de lo
que escriba. Cuando comencé a publicar hace un par de años era más brutal, más
apresurado, menos cuidadoso. Envidio un poco esa época, la fuerza y capricho
que había detrás de esa forma de hacer las cosas. Ahora trato de ser minucioso,
leer todo varias veces, no apresurarme, probar opciones y, sobre todo, tomarme
lapsos espaciados de lectura y corrección. Mientras tanto, voy pasando
“maquetas” a gente que estimo, y pruebo esos textos en lecturas a las que me
invitan y los envío a concursos.
7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?
Es mi novia también.
8- ¿Qué libro te gustaría leer?
Actualmente, me gustaría dar
con el primero de Pascal Quignard, con la reciente edición de “La casa de
hojas” en Alpha Decay; con uno que prometieron regalarme y nunca llegó (“Me
acuerdo”, de Joe Brainard); y también todos los libros de “los siete logos” que
por una casualidad milagrosa estuvieron morando en casa durante dos meses y que
no pude leer por empacho visual.
9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca
ideal?
“La Antología imaginaria de los
mejores libros recientes escritos por gente que vivió en Córdoba y que
cambiaron la literatura del país”; las obras completas de Foster Wallace en esa
edición especial que viene con las obras completas de Patti Smith y Roberto
Bolaño; “City”, de Baricco; “Un país mental”, esa antología china maravillosa a
cargo de Petrecca; y un compilado personal con los mejores ensayos de Casas,
Forn, las crónicas de Guerriero, “Infancia en Berlín” de Benjamin, “Pesebre” de
Agamben y un apéndice con una página especial maravillosa y enorme donde puede
leer mejores libros para niños de las últimas décadas y también “Y entonces el
libro”, de Alex Apella.
10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados
y cuáles los menos valorados?
Los más sobrevalorados son
obviamente los de los grandes grupos editoriales. Los menos valorados son los
de editoriales pequeñas con bajo presupuesto y una circulación menor. La
ecuación es obvia y política.
11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?
Le corresponde como mucho el 5
% del proceso de composición de cualquier cosa. Puede ser bastante o puede ser
poco, depende de lo que uno haga con el 95 % restante.
12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?
Cuando la lectura se convierte
en algo imprescindible, como respirar. Cuando aprende a respirar de varios
modos. Y cuando, principalmente, conoce parte de lo tradicional pero también lo
reciente, lo que hace la respiración de los vivos. Cuando se lee en cualquier
parte, de cualquier modo: cuando uno necesita hablar de eso con varias
personas, más de una vez.
Bonus Track:
-Experiencias e impresiones de escribir estimulado por
alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.
Lamento decir
que sólo pude darle un buen final a un cuento estando alterado por el consumo
de alucinógenos: eso fue todo. Empezar o desarrollar, no pude empezar ni
desarrollar nada porque empiezo a ver cosas como el tamaño de una letra o el
sonido de cuatro “b” juntas o relaciono la cantidad de letras de una línea con
el ritmo en que los personajes salen corriendo de un banco. Lo que sí puedo
decir es que escribir luego de leer mucho y habiendo dejado pasar las horas de
sueño puede servir, aunque después uno queda de cama o anda zombie todo el
santo día.
¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?
Foto de mi biblioteca especial, una donde guardo los libros que más me gustan y que dejo así cerrada para que no se llene de polvo y sean más eternos o algo así. |
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