Alicia Kozameh

1-¿Dónde escribís? 

En términos generales, puedo escribir en casa, en un café, sentada en un parque, en la casa de otra persona. No tengo problema en cuanto a cambiar de escenarios. Cuando estoy en mi departamento escribo también en la cocina, en mi dormitorio, en medio de la noche si me despierto con alguna idea o con la resolución de alguna duda que estaba teniendo antes de continuar la escritura.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Escribo siempre la versión inicial en papel, a mano, en cuadernos que consigo o que me regalan, que siempre son muy hermosos. Uso lapiceras de muchos colores diferentes, y cambio seguido. De esos cuadernos necesito la visión de los colores de las tapas, el contacto con las texturas. Avanzo unas páginas, dos, diez, quince, manuscritas, y después paso eso a la computadora e imprimo y corrijo sobre el papel. Incorporo los cambios en la computadora, dejo el texto allí, en un documento de Word, y vuelvo al cuaderno. De esa manera hasta terminar el libro. Y guardo todas las versiones en papel por si en algún momento necesito compararlas.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

No, no escribo todos los días ni tengo horarios fijos. Puedo pasar días sin escribir, a veces semanas o incluso un par de meses. Claro que, aunque no esté físicamente escribiendo, mi pensamiento es inseparable del proyecto en el que estoy. De manera que, cuando me llega la urgencia de llevarlo al papel, está resuelto, armado, casi hecho. Por otra parte lo habitual es que los temas de mis libros sean duros, que demanden momentos de mucha tensión durante el proceso de escritura, lo que implica que emocionalmente me drenan. Así que necesito interrumpir, establecer una distancia, y eso con bastante frecuencia.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Nada fijo. A veces escribo por cinco seguidos o más días, una semana, casi sin interrumpir, durmiendo muy poco, y a veces escribo cinco minutos acá, una hora allá. A veces miro el cuaderno, lo recorro, leo los últimos párrafos escritos a mano y salgo y me voy con eso en mente. Me voy a trabajar o a caminar, o a comprar frutas, por decir algo. En realidad lo que sucede es que estoy escribiendo constantemente, físicamente o no. Y cuando estoy dando clase, o charlando con alguien, muchas veces me ha pasado que me interrumpo, o que dejo de prestar atención a la charla, y me quedo pensando en algo que interfirió, y ese algo es relativo a lo que estoy escribiendo, novela, o poema, o cuento. O sea, estoy siempre en eso.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

Bueno, ahora que hace mucho que no fumo me quedó el mate. Si estoy en casa me hago unos mates. También hay algo que me divierte: tengo dos cajitas de metal muy lindas que originariamente me habían regalado con té. En una guardo varios carozos de damasco y, en la otra, piedras de esas blancas que se usan para los jardines y que de chicos pulíamos para jugar a la payana. Es lo que hago: me levanto a cada rato y decido si voy a usar los carozos o las piedras, y juego sola a la payana sobre la mesada de la cocina. Eso me ayuda a ser, también, consciente de los cambios en la vida: en una época era buenísima para la payana porque veía muy bien. Pero ahora ya no soy infalible porque necesito anteojos. Si juego con los anteojos puestos me siento insegura porque no quiero golpearlos con las piedras. Si me los saco se me modifica la distancia real entre los ojos y las piedras o los carozos, que suben y bajan, y cada tanto fallo al tratar de barajar. Me da risa. Insisto hasta que lo logro.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Un texto nunca está terminado. Puede estar decentemente publicable, eso sí. Lo doy por publicable cuando, después de haber terminado de contar la historia y de haberlo corregido al menos cinco veces, y después de haberlo dejado descansar bajo la cama un año, y de releerlo y tomar nuevas decisiones sobre cortar, agregar o dejarlo como está, me queda la sensación de que es un texto aceptable.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Tengo una relación de dependencia, aunque no toque un libro de allí durante bastante tiempo. Tengo muchos libros, y no logro desprenderme de ninguno, lo necesite o no. Cuando presto un libro siempre anoto quién lo tiene. Por otra parte, no tengo casi nada más en mi departamento, además de las cosas de uso personal y una computadora (netbook) en uso, y una laptop vieja. O sea que vivo rodeada de libros y así es como me siento cómoda. Los quiero conmigo.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Creo que no tengo libros que pudiera querer leer y que no haya leído. O en este momento no se me ocurre cuál sería. Seguramente existe y no lo conozco.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Bueno, no deben faltar en mi biblioteca ideal, ni faltan en mi biblioteca real: Ulises (Joyce), El recurso del método (Carpentier), Antología (Ungaretti), Lumpérica(Eltit), En busca del tiempo perdido (Proust). Esto es muy, muy reducido. Pero me pediste cinco.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

No sé. No pienso demasiado en estas cosas. Leo de todo y, cuando algo tiende a parecerme patético en términos de la escritura misma,o falto de originalidad, lo dejo al costado y me olvido de su existencia.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

Como la “inspiración” es algo en lo que no creo, no me relaciono con lo que sea que la palabra signifique, y menos si la connotación es de algún modo romántica. Sí existen, para mí, la ansiedad, la urgencia de escribir, las ideas agolpándose, y el hecho concreto de trabajar sobre esas ideas desde el pensamiento, y de hacer funcionar la imaginación. Y, después,existe el encuentro de esa imaginación con el papel, muy concreta y plebeyamente. Es trabajo, y un trabajo que me produce muy diversas y encontradas, contradictorias, reacciones emocionales.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando no tiene temor de regresar a las páginas ya leídas cuantas veces sea necesario. Cuando aprende a no se sentirse urgido por llegar al final.

BonusTrack:

 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 

Nunca usé ningún tipo de droga, no consumo alcohol, literalmente soy abstemia, no necesito para nada ningún tipo de alteración de la conciencia, y tengo más que suficiente con mis maneras de ser muy libre en la vida, en general, y con mi propio estilo de estímulo interior en el que no siento que me imponga a mí misma muchas restricciones. O sea: no tomo porque no quiero, no me drogo porque no me interesa, y sí me sentiría restringida si tuviera que dejarme presionar por el sector de la sociedad que lo hace. No necesito, para producir mis textos, más que lo mínimo indispensable: papel, birome, y una cierta cantidad de tiempo. Algunos dirán que no sé lo que me pierdo, pero prefiero no depender de nada ni de nadie. Es decir, esto de no depender no incluye mi biblioteca, mis lapiceras, mis cuadernos. De ellos dependo y, sin embargo,  me otorgarían una considerable cuota de libertad si la libertad realmente existiera.




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