Sebastián Ocampo

1-¿Dónde escribís?

Escribo en la cocina de mi casa.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?


Escribo en computadora, pero últimamente, como paso mucho tiempo afuera de mi casa he retomado el habito de escribir en algún cuaderno a mano.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?


No escribo todos los días, pero sí te puedo decir que llevo más o menos el ritmo de escribir un cuento por mes. No es algo que me proponga como hábito obsesivo sino más bien que voy a ese ritmo naturalmente. Llega un punto en que la idea me quema en la cabeza y entonces la escribo, y eso sucede muy a menudo, por eso escribo con frecuencia, pero no metódicamente todos los días.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

No tengo un horario. Estudio psiquiatría, trabajo en emergencias médicas, tengo dos hijos y comparto mi vida con mi mujer, por lo que ando siempre robándole minutos a los deberes para poder escribir. A veces me levanto muy temprano en la mañana para escribir mientras todos duermen, a veces escribo a media tarde cuando mi beba está en jardín y mi mujer y mi otro bebe duermen la siesta, a veces escribo así nomás, en la mesa, con todo el barullo alrededor mientras mi mujer cocina o mientras puse un poco de carne a la parrilla. Posiblemente fuera mejor escritor si tendría más tiempo y un lugar adecuado para escribir, pero no me importa, estoy orgulloso por el hecho de que no se me hace fácil y todavía así escribo y a veces salen cosas buenas (ojo, esto lo dicen otros no lo digo yo.)  

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?


Por lo general me gusta escribir tomando coca cola, o café o mate. Ya no escribo cuentos de una sentada. Por lo general me lleva varios días escribir un cuento. Primero el comienzo, después voy avanzando de a poco, y un día lo liquido. Eso me permite ir pensando mejor cada cosa que voy a escribir. Soy inquieto cuando escribo. Por lo general escribo un párrafo y después chequeo el mail o facebook, a veces chateo un poco y después sigo. Eso a lo mejor parezca algo bizarro o poco metódico, pero por el contrario esas pausas me permiten pensar, ir dejando sedimentar, dar lugar a mi inconsciente para que surjan más cosas.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?


Cuando terminaba un texto antes lo colgaba de una pagina loscuentos.net y ya tenía un grupo lectores que me seguía y de ese modo obtenía una devolución. Ahora cuando termino un texto, lo dejo sedimentar un tiempo, lo reviso, lo corrijo, y después se lo envío a mis amigos literarios, en quienes confío me darán devoluciones productivas. Ellos son, más que nadie, Vanesa Gómez y Ernesto Milito. Fui muchos años al taller de Alma Maritano y ese fue el destino de mis textos mucho tiempo. Ahora tallerizo vía mail con Inés Garland. Y también supe hacerlo con Beatriz Vignoli. Con Jorge Barquero a veces me junto a charlar, me siento apadrinado por Jorge, siento que me quiere, que confía en mi, me trata con cariño y me estimula mucho, todavía él está esperando esa novela que alguna vez escribiré. Por ahora escribo solo cuentos.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?


La relación que tengo con mi biblioteca es de suma confianza. Mi biblioteca está siempre en movimiento. No soy ordenado con mis libros. Es decir no están por orden alfabético ni nada por el estilo. Mi mujer me la ha ordenado por editoriales. De cualquier manera siempre me la rebusco para recordar por dónde anda el libro que busco y por lo general lo encuentro. Uso mucho la biblioteca. Ando siempre buscando lo que tengo ganas de leer. Por eso siempre está en movimiento. A veces busco un libro que ya he leído, porque tengo ganas de releerlo y leo unas cuantas páginas y ya está. Y eso hago muy asiduamente, releer fragmentos, o algún cuento. Sobre todo los cuentos de Raymond Carver, siempre vuelvo a los cuentos de Raymond Carver. Te diría que la relación que tengo con mi biblioteca es de suma confianza, como esos amigos a los que podes llamar a cualquier hora y no se molestan en escucharte.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?


Me gustaría leer “Viaje al fin de la noche” de Celine. Es un libro que tengo y del cual he escuchado maravillas, y maravillas a las cuales admiro. Porque se dicen muchas cosas buenas de muchos libros, pero las que escucho de “Viaje al fin de la noche” me seducen, como el hecho de que tiene un lenguaje coloquial, un ritmo vertiginoso y un vocabulario que puede llegar a ser brutal o vulgar. Y como dije es un libro que tengo, pero tiene 600 páginas y hoy en día mi vida no es lo suficientemente estable y rutinaria como para emprender la lectura de un libro de 600 páginas.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?


En mi biblioteca ideal no pueden faltar: “Cien años de soledad” de García Marquez, “Tres rosas amarillas” de Raymond Carver, “Entrevistas a escritores” del Paris Review, “Cuando lo peor haya pasado” de Pablo Ramos y cualquier libro de Neruda. 

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?


No sé que autor estaría sobrevalorado, ni que autor estaría infravalorado, pero esta cuestión me sirve para hablar de Paulo Coehlo. Yo sé que voy a condenarme. Pero yo respeto a Paulo Coehlo, creo que lo que él hace sí es literatura, y creo que “Veronika decide morir “ es un buen libro, y que trata de manera excelente el tema de la locura. El problema con Coehlo es que es como la Coca Cola. Se ha transformado en un producto de marketing. Pero creo que si le diéramos el mismo marketing a Roberto Arlt, Roberto Arlt sería muy popular también. Después de todo Paulo Coehlo de algo tiene que vivir, qué culpa tiene él, hay personas como Lanata, que hacen peores cosas para vivir que Paulo Coehlo. Paulo Coehlo no perjudica a nadie, por el contrario, por lo menos la gente lee algo.       

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?


Antes creía en la inspiración, creía porque me sucedía, me sucedía de tener momentos en que todo parecía fluir naturalmente. Ahora no me pasa. Como estoy escribiendo mucho siento que cuando me pongo a escribir las cosas simplemente fluyen como si estuviera inspirado, pero creo que eso sucede porque estuve varios días craneando las situaciones y los personajes.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?


No me gusta categorizar. Buenos lectores, malos lectores, pero está bien, diré que un buen lector es el que lee lo que quiere y lo que le gusta. Que no lee a Sartre para ser inteligente o a Cortazar porque te da chapa de literato. Simplemente lee, desde recetas de cocina hasta La teoría de la relatividad de Einstein, pero siempre lo hace porque lo disfruta.  

Bonus Track:
-Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.

 Creo que hubo al menos dos momentos de mi vida en los cuales escribí para no volverme loco. Uno fue cuando estaba en Estados Unidos, terminé la secundaria en Estados Unidos, a veces me sentía tan solo y angustiado que la única forma de apagar ese fuego era escribiendo. Y el otro momento fue cuando tuve una crisis económica, deudas y más deudas, y me sentía tenso y con la cabeza a punto de reventar, entonces escribía catárticamente, con el cuerpo, no con la cabeza, y eso me aliviaba. Creo, sinceramente, aunque parezca dramático o cinematográfico, creo que si no hubiera escrito en estos momentos de mi vida hubiera simplemente empezado a delirar o a alucinar; algo insoportable. 



Él día que escribí ¿Querés que juguemos?, Dios es una mujer, La rusa y El canaya, también fue un día especial. Me levanté a las seis de la mañana porque tenía en el hospital de Baigorria clases de pediatría. Entonces me entró un mensaje antes de tomar el colectivo de que el profesor no iba, que se suspendía la clase. Me preparé café y me puse a escribir. Al mediodía había escrito los dos primeros, mi mujer me dijo que mis ojos brillaban de manera inusual. Yo sentía que tenía tanta energía que me iba a volver loco. Entonces me detuve a comer dos sánguches de jamón y queso con Coca Cola y después volví a escribir La Rusa y terminé y me puse con El canaya. El canaya no lo terminé ese día, lo dejé a la mitad. Pero ese fue el día más productivo que tuve en mi vida. Porque escribí casi cuatro cuentos  y porque varios de ellos dicen que son bastante buenos.  

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