Analía Giordanino

1-¿Dónde escribís?

Escribo generalmente en el escritorio de la pc, vivo en un departamento con living-comedor que da hacia un balcón bastante grande, me gusta abrir la puerta del balcón mientras escribo y tener cerca los sonidos de la calle. El balcón da justo a uno de los focos de la calle que me dio un hornero de vecino (el foco parió un hornero). Escucho sus quehaceres de canto. En verano se llena de grillos y revolotean murciélagos, me gustan esos sonidos de noche para escribir. Otros ambientes circunstanciales son el colectivo (viajo mucho en colectivo, tengo una hora de ida y de vuelta a la escuela donde trabajo), no siempre lo hago pero sale el apunte colectivero. Los viajes a otras ciudades, los viajes en general, también son buenos para escribir. En el aula también escribo, en raros momentos de quietud de los adolescentes, casi siempre en épocas de exámenes en diciembre y marzo. Me gustan esos climas, la sala de espera cuando vas al médico también, ocasionalmente.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Ambos, en computadora cuando estoy en mi casa, en libretas o cuadernos cuando no.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

No. Nunca logré una rutina, trabajo muchas horas en la escuela, escribo part-time. Admiro y envidio a los que pueden disponer de ese tiempo rutinario. Observo y guardo, mi cabeza es mi libreta de apuntes constante. Si estoy con un proyecto específico con fecha de entrega trabajo mucho, escribo a toda hora. Trabajo mejor a presión. Pero en general escribo mientras hago otras cosas, cocinar, limpiar: interrumpo la escritura porque tengo la sospecha infundada de que la discontinuidad permite la objetividad: escribís algo, se hace la hora de comer, cortás una cebolla, la ponés a freír, volvés a la pantalla y ves los desequilibrios a favor o en contra que hace cinco minutos no viste. Cuando vuelvo a la sartén porque huelo el punto de la cebolla, lo que escribí me sigue, sigo pensando en una palabra, un ritmo, una imagen o una acción mientras cuelgo la ropa o corto las hojas secas de las plantas. Soy como un ama de casa de la escritura.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Lo que me lleva vivir.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

Fumo mucho.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

No tengo un dato preciso que sea el equivalente de “terminé”. Hay un momento en que no tengo nada más que decir y entonces sólo me limito a corregir: me senté con una idea, se reprodujo como un virus, en algún momento le voy cortando las alas al virus porque estrictamente corrijo más de lo que escribo y en algún otro momento tengo un subtexto que es mucho mejor que el texto de superficie que empecé. Ahí termina la primera sentada, cuando me puedo leer como si fuera un texto de otro. Después vienen muchas sentadas más de corrección fina. Pocas veces tengo dudas del “terminé”. Cuando pasa eso le doy a leer el texto a alguna de las personas en las que confío como lectores: dos amigos escritores, una amiga que no es escritora o mi pareja. Confío en ellos para eso porque me dicen cosas simples, directas e impiadosas. No me interesa un comentario académico.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

De orden y desorden. De relectura. De movilidad. No tengo una biblioteca grande ni única, tengo cuatro medianas bibliotecas: narrativa-teatro, poesía, libros que recién compré (leídos o por leer) y la de libros de la escuela. Últimamente gana la de los que recién compré. La mesa del linving-comedor podría ser la quinta biblioteca, sería una biblioteca ambulante, es la más desordenada, la de paso y mezcla de las otras cuatro. Se despeja cuando limpio y ordeno o hay que comer. La más móvil es la de los libros que recién compré y la de la mesa. No sé si me gustaría tener una habitación sólo para biblioteca, me gusta tener varias en varios lados de la casa aunque mi casa sea chica, para transitar a buscar un libro. Una cosa que no me gusta de las bibliotecas es que tengan únicamente libros, tengo también otras cosas como fotos, postales, cajitas de música, de remedios, de aros y collares, paraguas, abanicos, un masajeador de madera, el aparato de los mosquitos.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Todos los que leí y olvidé. Tengo un grave defecto de la memoria. Tengo que releer constantemente para poder citar en mis clases o en una conversación. Mi erudición activa es casi nula. Por ejemplo: sé que Un día perfecto para el pez plátano es un cuento de Salinger pero no recuerdo en qué libro está (de hecho tuve que levantarme recién para verificar los Nueve Cuentos) ni recuerdo exactamente de qué se trata. Sé que el cuento transcurre en la playa y que uno de los personajes se suicida. Pero, como ahora, tengo que releerlo para recordar cómo llega el personaje a ese final.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Voy a hacer mucha trampa: El Quijote de la Mancha, la Biblia, Alicia en el País de las Maravillas + Detrás del Espejo, un obras completas de Poe, un obras completas de Arlt (narrativa y teatro) y un obras completas de Lorca (poesía y teatro). Igual lo pensé más como el clásico “qué cinco libros te llevarías a una isla desierta”, lo de la biblioteca ideal ya se sabe que es discutible.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

La Biblia por ejemplo es un libro que entra en ambas categorías: sobrevalorado por la lectura religiosa y no leído como literatura. Los clásicos, los best-sellers y las literaturas todavía llamadas “menores” como la de terror o cómic también son leídos desde ambos polos. El mercado y las culturas dominantes anexas son los que asignan valor o disvalor en términos de qué hay que leer o no para ser alguien en la vida. Esto pasa en educación de manera clara pero también en el circuito literario. No me gustan esos mandatos de lectura. Las lecturas sobre las lecturas son el problema. Ahora está pasando que con las editoriales independientes chicas y medianas se crearon circuitos de producción y consumo a los que les interesa primero la publicación de autores y la circulación de sus obras, y después la venta. Eso es excelente porque el valor agregado inicial es el autor y la obra, no el dinero.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

Es un insight: comprendés algo del mundo que antes no estaba revelado. Puede ser parte del proceso de la escritura o de la vida en general. Para escribir hay que escribir, con o sin revelación.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando vivió tanto como leyó. No me refiero a cantidad.

Bonus Track: Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 

Una alteración de la consciencia por la razón que sea te puede proporcionar un backstage para escribir, no más que eso. A veces me sirven los sueños. Alguna vez tuve la idea de escribir inmediatamente después de despertarme para trabajar con el material que viene del inconsciente, nunca lo hice. Si hubiera un modo de escribir durante el entresueño, el momento de pasaje entre vigilia y sueño, lo probaría.


¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?





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