1-¿Dónde
escribís?
En mi casa de la ciudad, en un muelle sobre el
río San Antonio en el Delta, en bares, en colectivos, a veces sentada en un
umbral.
2- ¿Trabajás en
computadora o a mano?
Primero escribo en
cuadernos y corrijo o armo en la computadora. Me encanta pasar del cuaderno a
la computadora porque ahí descubro si la idea resiste y me divierte buscar
hasta encontrar la estructura de las cosas, todo eso que se hace después de
escribir el primer chorro. Mi actividad favorita es contar sílabas para la
poesía o redondear ideas para la narrativa. Pulir, dar cera. Así que mis
cuadernos son siempre muy lindos y tentadores, porque la tarea de escribir
puntual me parece terrible, es como vomitar: hermosamente liberador, pero
asqueroso y atravesado por cierto dolor.
3- ¿Escribís todos los
días? ¿Tenés un horario fijo?
Escribir no es sólo el
hecho de poner palabras una atrás de otra, para mí empieza antes, en la mente,
en la forma de ver las cosas. Para sentarme a escribir puntual me gusta el día,
la mañana en un mundo ideal, pero a veces me pasa de tarde o de noche y cuando
sucede dejo que así sea. No sea cosa que se pierda.
4-¿Cuánto tiempo le
dedicás?
Es mini imposible de
calcular. Todos los días, todo el tiempo, siempre tengo una porción de mi mente
ocupada en lo que estoy escribiendo o por escribir. Escribir tipi tapa una
palabra detrás de otra no, eso sucede cuando tengo suerte, cuando no puedo
evitarlo o cuando no hay otra opción. Y puede durar entre una y diez horas.
5- ¿Algún ritual,
costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?
Depende el día o lo
que escriba. En general necesito ruido, pero ruidos específicos, algo que me
mantenga un poco en contacto con el mundo para no tener miedo de perderme del
todo y entonces sí, poder perderme del todo. Para el tipi tapa me gusta tomar
agua y café. Para corregir necesito silencio y fumar tabaco.
6- ¿Cuándo das por
terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?
Creo
con todo mi corazón en el paso del tiempo. Así que después de escribir y
corregir hasta que siento que ya no puedo más, lo guardo y lo olvido. Lo dejo
asentarse unos cuantos días o meses, depende el texto. Si cuando vuelvo a
leerlo resiste, hago algunas nuevas correcciones y se lo muestro a alguien
puntual para dejar entrar sus comentarios a mi mente. A veces esto sucede en
loop varias veces y otras es más directo y simple. Después lo vuelvo a guardar
y al final lo vuelvo a leer, lo corrijo y en general, salvo que me pongan fecha
de entrega, puedo seguir así casi por siempre. Es un peligro. Pero en general
después de todo este proceso, llega un momento en el que siento, y es magia
pura, que ya está listo. Lo siento en el
estómago y el plexo solar cuando me lo leo en voz alta.
7- ¿Qué relación tenés
con tu biblioteca?
Es una relación de
amor profundo. Mi biblioteca es mi parte favorita de mi casa y está en uso
constante. Hay libros que fueron de mi abuelo, todos subrayados por él y me
gusta encontrarlo en esas páginas. Hay libros que fui comprando con esfuerzo y
otros que me robé por puro enamoramiento. Hay maravillas que me regalaron y
también tengo un Gizmo que custodia la Biblia, caracoles, piedras del río,
cajitas y fotos. Mi biblioteca me cuenta no sólo mis lecturas si no pedazos de
mi vida. La tengo ordenada caprichosamente, por temáticas de afinidad. Me gusta
consultar libros todo el tiempo soy de las que a veces en medio de una charla
dicen “alto, escuchá esto” y corren a la biblioteca en busca de una cita
marcada. Otra cosa de mi biblioteca que me da alegría es que crece
continuamente, se expande y, sobre todo, invade otros lugares como el patio, mi
mesita de luz, el baño y hasta la cocina. Está viva.
8- ¿Qué libro te
gustaría leer?
Muchos. Ahora tengo
una gran ansiedad por la llegada de Dr. Sleep, de Stephen King, que se publica
en noviembre. En mi mesita de luz a la espera de tiempo libre hay poemas de e.e. cummings. Y mil más que seguro ahora me olvido.
9- ¿Qué cinco
libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?
Este tipo de preguntas
me hace sentir como en La decisión de Sophie. No puedo elegir sólo cinco, pero
acá va una lista de lo primero que se me ocurre y seguro después lloraré por
haber olvidado otros: It, de Stephen King; Obras completas de Juan L. Ortiz; Claudine,
de Colette, Los cristales soñadores, de Theodore Sturgeon y Lolita, de Nabokov.
10- ¿Cuáles son los
autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?
La sobrevaloración de autores, o libros, creo
que se da, en un escenario más mainstream, por estrategias editoriales de
mercado que pocas veces tienen que ver con la calidad: se decide vender a tal
autor por x motivo que me resulta inaccesible. En nichos más específicos,
quizás algo local, la sobrevaloración pocas veces llega al público y se da por
algo que para resumir podríamos llamar “garketing”. De pronto hay más
editoriales de poesía que poetas, se comentan más las reseñas de los libros que
los libros y se van pegando las endogamias literarias con las periodísticas. Se
habla, se publica y se reseña cosas que no siempre están a la altura del
elevamiento que, en mayor o menor escala, se les da. Thomas
Pynchon y César Aira, por decir uno extranjero y otro local, me parecen sobrevalorados. En cuanto a los infravalorados, creo que a veces tiene que
ver con celos, o con que el autor no está en determinadas escenas, o que no
hace “garketing”, o un mix-combo de todas estas opciones. Igual, cuando una
obra es buena, hay que confiar en el tiempo. Hace no tantos años nadie se
acordaba de Hebe Uhart o Mario Levrero, por nombrar dos que fueron
infravalorados injustamente por mucho tiempo.
11- ¿Qué relación
tenés con la inspiración?
Siempre creo que nunca
va a venir hasta que un día llega, me quema las entrañas y me convierte en un
zombie hambriento. Después se va y entonces siento que esa vez fue la última y
no la supe aprovechar y me convenzo de que nunca va a volver. Al final siempre
vuelve, por suerte. A veces demora mucho entre una visita y otra, la pérfida. Escribir
es un trabajo horrible y hermoso, que implica tenacidad pero en el que también
tiene que intervenir algo de magia. Que de pronto te posea una idea,
te repiquetee una frase, te acose una imagen es magia. Si nunca te pasa no
valdría la pena tomarse todo el otro trabajo.
12- ¿Cuándo una
persona se convierte en un buen lector?
Cuando no puede dormir sin leer antes o sale
siempre con un libro encima. Cuando deja que un texto lo invada y se lo lleve
de paseo. Y no hay que tener prejuicios, ser buen lector es estar abierto a
leer cualquier cosa, lo que se considera “bueno” y también lo que se dice que
es “malo”. Creo firmemente que se puede empezar por
cualquier lado en apariencia “discutible” para llegar a lecturas maravillosas y
hasta encontrar en esos libros la gema que nos deje algo verdadero para
degustar.
Bonus Track:
-Experiencias e
impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia
alterado.
Drogas y/o alcohol: sí, es algo que en la más tierna
juventud bukowskiana y burroughsiana todos probamos. En general, por mi
experiencia, todo eso que surge suele ser pura basura. Es muy lindo en la
mente, technicolor, pero al leerlo al día siguiente no suena igual. Y es
complicado, casi imposible, rescatar algo más que una frase suelta, con suerte.
Así que para escribir siempre prefiero estar lúcida, limpia. Y con respecto a
un estado de conciencia alterado, que podría también ser enojo, o enorme
tristeza o supremo amor, también me parece mejor distanciarse de los
sentimientos para después recolectar de ellos lo que queda, que es lo que suele
servir.
¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?
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