Daniela Pasik

1-¿Dónde escribís? 

En mi casa de la ciudad, en un muelle sobre el río San Antonio en el Delta, en bares, en colectivos, a veces sentada en un umbral.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Primero escribo en cuadernos y corrijo o armo en la computadora. Me encanta pasar del cuaderno a la computadora porque ahí descubro si la idea resiste y me divierte buscar hasta encontrar la estructura de las cosas, todo eso que se hace después de escribir el primer chorro. Mi actividad favorita es contar sílabas para la poesía o redondear ideas para la narrativa. Pulir, dar cera. Así que mis cuadernos son siempre muy lindos y tentadores, porque la tarea de escribir puntual me parece terrible, es como vomitar: hermosamente liberador, pero asqueroso y atravesado por cierto dolor.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Escribir no es sólo el hecho de poner palabras una atrás de otra, para mí empieza antes, en la mente, en la forma de ver las cosas. Para sentarme a escribir puntual me gusta el día, la mañana en un mundo ideal, pero a veces me pasa de tarde o de noche y cuando sucede dejo que así sea. No sea cosa que se pierda.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Es mini imposible de calcular. Todos los días, todo el tiempo, siempre tengo una porción de mi mente ocupada en lo que estoy escribiendo o por escribir. Escribir tipi tapa una palabra detrás de otra no, eso sucede cuando tengo suerte, cuando no puedo evitarlo o cuando no hay otra opción. Y puede durar entre una y diez horas. 

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

Depende el día o lo que escriba. En general necesito ruido, pero ruidos específicos, algo que me mantenga un poco en contacto con el mundo para no tener miedo de perderme del todo y entonces sí, poder perderme del todo. Para el tipi tapa me gusta tomar agua y café. Para corregir necesito silencio y fumar tabaco. 

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Creo con todo mi corazón en el paso del tiempo. Así que después de escribir y corregir hasta que siento que ya no puedo más, lo guardo y lo olvido. Lo dejo asentarse unos cuantos días o meses, depende el texto. Si cuando vuelvo a leerlo resiste, hago algunas nuevas correcciones y se lo muestro a alguien puntual para dejar entrar sus comentarios a mi mente. A veces esto sucede en loop varias veces y otras es más directo y simple. Después lo vuelvo a guardar y al final lo vuelvo a leer, lo corrijo y en general, salvo que me pongan fecha de entrega, puedo seguir así casi por siempre. Es un peligro. Pero en general después de todo este proceso, llega un momento en el que siento, y es magia pura, que ya está listo.  Lo siento en el estómago y el plexo solar cuando me lo leo en voz alta. 

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Es una relación de amor profundo. Mi biblioteca es mi parte favorita de mi casa y está en uso constante. Hay libros que fueron de mi abuelo, todos subrayados por él y me gusta encontrarlo en esas páginas. Hay libros que fui comprando con esfuerzo y otros que me robé por puro enamoramiento. Hay maravillas que me regalaron y también tengo un Gizmo que custodia la Biblia, caracoles, piedras del río, cajitas y fotos. Mi biblioteca me cuenta no sólo mis lecturas si no pedazos de mi vida. La tengo ordenada caprichosamente, por temáticas de afinidad. Me gusta consultar libros todo el tiempo soy de las que a veces en medio de una charla dicen “alto, escuchá esto” y corren a la biblioteca en busca de una cita marcada. Otra cosa de mi biblioteca que me da alegría es que crece continuamente, se expande y, sobre todo, invade otros lugares como el patio, mi mesita de luz, el baño y hasta la cocina. Está viva.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Muchos. Ahora tengo una gran ansiedad por la llegada de Dr. Sleep, de Stephen King, que se publica en noviembre. En mi mesita de luz a la espera de tiempo libre hay poemas de e.e. cummings. Y mil más que seguro ahora me olvido.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Este tipo de preguntas me hace sentir como en La decisión de Sophie. No puedo elegir sólo cinco, pero acá va una lista de lo primero que se me ocurre y seguro después lloraré por haber olvidado otros: It, de Stephen King; Obras completas de Juan L. Ortiz; Claudine, de Colette, Los cristales soñadores, de Theodore Sturgeon y Lolita, de Nabokov.


10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

La sobrevaloración de autores, o libros, creo que se da, en un escenario más mainstream, por estrategias editoriales de mercado que pocas veces tienen que ver con la calidad: se decide vender a tal autor por x motivo que me resulta inaccesible. En nichos más específicos, quizás algo local, la sobrevaloración pocas veces llega al público y se da por algo que para resumir podríamos llamar “garketing”. De pronto hay más editoriales de poesía que poetas, se comentan más las reseñas de los libros que los libros y se van pegando las endogamias literarias con las periodísticas. Se habla, se publica y se reseña cosas que no siempre están a la altura del elevamiento que, en mayor o menor escala, se les da. Thomas Pynchon y César Aira, por decir uno extranjero y otro local, me parecen sobrevalorados. En cuanto a los infravalorados, creo que a veces tiene que ver con celos, o con que el autor no está en determinadas escenas, o que no hace “garketing”, o un mix-combo de todas estas opciones. Igual, cuando una obra es buena, hay que confiar en el tiempo. Hace no tantos años nadie se acordaba de Hebe Uhart o Mario Levrero, por nombrar dos que fueron infravalorados injustamente por mucho tiempo. 

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

Siempre creo que nunca va a venir hasta que un día llega, me quema las entrañas y me convierte en un zombie hambriento. Después se va y entonces siento que esa vez fue la última y no la supe aprovechar y me convenzo de que nunca va a volver. Al final siempre vuelve, por suerte. A veces demora mucho entre una visita y otra, la pérfida. Escribir es un trabajo horrible y hermoso, que implica tenacidad pero en el que también tiene que intervenir algo de magia. Que de pronto te posea una idea, te repiquetee una frase, te acose una imagen es magia. Si nunca te pasa no valdría la pena tomarse todo el otro trabajo.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando no puede dormir sin leer antes o sale siempre con un libro encima. Cuando deja que un texto lo invada y se lo lleve de paseo. Y no hay que tener prejuicios, ser buen lector es estar abierto a leer cualquier cosa, lo que se considera “bueno” y también lo que se dice que es “malo”. Creo firmemente que se puede empezar por cualquier lado en apariencia “discutible” para llegar a lecturas maravillosas y hasta encontrar en esos libros la gema que nos deje algo verdadero para degustar.

Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado

Drogas y/o alcohol: sí, es algo que en la más tierna juventud bukowskiana y burroughsiana todos probamos. En general, por mi experiencia, todo eso que surge suele ser pura basura. Es muy lindo en la mente, technicolor, pero al leerlo al día siguiente no suena igual. Y es complicado, casi imposible, rescatar algo más que una frase suelta, con suerte. Así que para escribir siempre prefiero estar lúcida, limpia. Y con respecto a un estado de conciencia alterado, que podría también ser enojo, o enorme tristeza o supremo amor, también me parece mejor distanciarse de los sentimientos para después recolectar de ellos lo que queda, que es lo que suele servir.

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?






No hay comentarios:

Publicar un comentario