Vanesa Gómez

1-¿Dónde escribís? 

Por lo general escribo en mi casa, es decir, corrijo lo escrito. Escribir, ya lo decía Faulkner, se escribe donde sea. Así que escribo en el colectivo, en los bares, entre mate y mate, con los amigos, en el celular. Anoto “incidentes”, sensaciones, imágenes. A veces palabras, oraciones, dibujos, que suelen ser el germen, la semilla, de un futuro poema o cuento. Aunque la mayoría de mis escritos salen de mis sueños. Siempre tengo una libretita junto a la mesita de luz. Y llevo un diario de sueños ¿Se sueña despierto al escribir un cuento breve?, preguntaba Cortázar. Yo creo que sí.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

 A mano, en un principio. Uso la computadora para pasar el trabajo en limpio y corregir, y corregir y volver a corregir…

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Escribo y leo todos los días. Todo el tiempo. No tengo un horario fijo.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Le dedico Todo el tiempo. En este sentido soy muy Sartreana “Si la literatura no lo es todo, no se merece ni una hora de esfuerzo. Eso es lo que entiendo por compromiso”.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

Por lo general, el silencio, las pantuflas, un cigarrillo, el mate amargo. A veces, música.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Partiendo desde la certeza de que un texto no se termina nunca, lo doy por terminado después de varias correcciones. Cuando siento que ya no puedo sacarle ni ponerle ni un punto, ni una coma. Cualquier escrito mío va elaborándose durante un tiempo en mi cabeza. Una vez que toma forma, lo paso al papel. Lo dejo que madure. Después lo paso a la computadora. A una corrección exhaustiva, que en determinado momento abandono, pero que cada tanto retomo, para verlo de un modo más objetivo, hasta ya no sentirlo mío, sino algo extraño, algo fuera de mí. Un texto terminado es aquel al que no se le puede sacar una palabra, un punto, una coma, sin sentir que pierde en sentido o forma.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Una relación obsesiva. Acomodo los libros por orden alfabético, los tengo fichados. Anoto los que presto, y los que me prestan. Llevo un cuaderno de “Frases sacadas de contexto” de todo lo leído. Y soy de decorar las bibliotecas con recuerdos, regalos, velas, fotos y esas cosas. Como me dijo una vez un profesor, soy bastante fetichista.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Me gustaría poder leer todos los libros. Me gusta leer obras completas, así que cuando ataco a un autor, lo hago por todos los flancos. Durante varios años sentí la necesidad de leer Paradiso, de Lezama Lima. Hace poco lo conseguí y lo tengo en la biblioteca, en el rincón de los libros por leer. Quizá lo que quiero es aumentar la expectativa. Supongo que ahora, ese es el libro que me gustaría leer.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Pregunta jodida, si las hay. En una buena biblioteca no debe faltar ningún libro. Se me ocurre que no pueden faltar cinco autores, Proust, Faulkner, Cortázar, Poe y Onetti. Y me muerdo la lengua porque pienso en tantos autores, en tantos libros que estoy dejando fuera. ¡Qué pregunta jodida! Digo, por decir: El tiempo recobrado, Mientras agonizo, Rayuela, los cuentos de Poe y alguna novela de Onetti, cualquiera, ninguna tiene desperdicio.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Sobrevalorados, voy a caer en la obviedad,Osho, y toda la basura de autoayuda, toda la pornografía de los Ovnis, el misticismo, el espiritismo, Cohelo, Murakami, Andahazi, Aguinis. Todo lo que tan bien se vende, diría. Los menos valorados: Onetti, Juan Marsé, es casi imposible conseguir algo de Marsé en las librerías, lleva meses de búsqueda en las de usados. No sé hace cuánto que no se reedita su obra en la Argentina, ni hablar de Manuel Rivas, Ray Loriga y  los clásicos. Todavía no puedo conseguir Ana Karenina, por ejemplo. Liliana Heker también.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

No creo en la inspiración. Es un mito. Escribir es un 99% de transpiración y un 1% de inspiración, como decía Roberto Arlt. Y si la inspiración llega, que nos encuentre trabajando.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Quizá no sólo cuando lleva un libro a todas partes, como una extensión del cuerpo, quizá no sólo cuando sabe distinguir la buena literatura de lo comercial, quizá no sólo cuando puede ver y disfrutar del “sueño vívido”, sino cuando hace todas estas cosas y a un mismo tiempo puede ver y analizar el trabajo de relojería que hay en cada texto bien escrito.

Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 

Una mierda. No sirve, o sirve sólo como experiencia, para luego poder escribir. Se necesita estar consciente al momento de la escritura. Es un trabajo racional, emocional. Se ponen en juego todos los mecanismos, el de la memoria, el deseo, la imaginación, lo común y cotidiano, lo sensorial. Los mitos que arrastramos. Pero hay que saber poner un freno a tiempo. Hay un delicado equilibrio de fuerzas entre la imaginación y la razón. Si todos los impulsos tuvieran ocasión de salir en un libro, el mundo se habría ahogado en caprichos casuales. Una composición surge de una extraña interacción entre la imaginación y la razón. Siempre hay algo casual en un proceso creador. Es importante lo que hacían los surrealistas, la escritura automática, por ejemplo, para abrirle un poco la puerta al  subconsciente. Pero apenas sale, es importante ponerle el freno de la razón.

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?




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