Guillermo Tangelson

1-¿Dónde escribís? 

Principalmente escribo en el tren Roca, yendo rumbo a mi trabajo después de haber dejado a mi hijo en el jardín (tengo una hora de ida y una hora de vuelta) es un tiempo muy valioso. Pero concretamente escribo en cualquier hueco que se me presente durante el día en cualquier lugar.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Trabajo en computadora. Mi caligrafía es horrible y ya me acostumbré a trabajar tanto desde el celular (tengo un serio problema con la falta de tiempo y adquirí hábitos nómades que me impiden permanecer quieto) como en la notebook, donde elaboro rarísimas grillas coloridas cuando la trama lo requiere. A veces imprimo y luego hago notas al margen que tardo en descifrar.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Sí, todos los días escribo un poco. Por lo general en los horarios del tren que mencionaba, pero también en un lindo margen que me otorga el insomnio, a quien le debo mis últimas dos novelas.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

El tiempo de escritura concreta es relativamente breve, por lo general no le dedico más de tres horas por día. El problema es el tiempo que le dedico a pensar argumentos, giros, personajes. Ese proceso, en segundo plano, no se detiene en todo el día. Duermo para dejar de escribir.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

No sé si definirlo como manía, pero sí tengo una necesidad algo caprichosa de abrir en el Word todas las novelas que tengo en proceso para ir descartando hasta llegar a la que quiero trabajar ese día. Actualmente tengo ocho proyectos en elaboración, pero en estos últimos días me estoy quedando con las mismas dos novelas. Pero no dejo de abrir las ventanitas.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Para mí, el texto se termina dos veces. Cuando terminás una primera versión (que me gusta cerrar muy formalmente con las letras F I N, a modo de cábala) y luego la segunda vez, 20  o 30 revisiones más tarde. Revisiones que no suelen ser garantía de nada. A veces tengo una novela terminada y corregida y la dejo juntando tristeza en un cajón durante meses. Otras veces he publicado o he mandado a concursos. Los concursos son una buena manera de acelerar las correcciones.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Tengo una relación de culpa. Quisiera tenerla más cuidada, quisiera leer más. Tengo una biblioteca partida en cuatro, al estilo Tupac Amaru (una parte en el comedor, una en un cuartito recóndito, otra en mi oficina en la universidad, unos pilones en la mesa de luz y un par de libros peregrinos que siempre llevo en mi morral).

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

De la pila de la mesita de luz, me gustaría alguna vez terminar de leer los cuentos completos de la increíble Flannery O’Connor. Siempre la postergo y no lo merece.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

1. Para sospechar del mundo: “El Tercer policía”, de Flann O’Brien.
2. Para reír con realismo mágico a la europea, leer la pentalogía de los Malaussene, escrita por Daniel Pennac. Empezar por “la felicidad de los ogros” y tratar de frenar…
3. Para iniciar a alguien a la literatura “El retrato de Dorian Gray”.
4. Para analizar y disfrutar (yo escribo novelas infantiles) cualquier libro de Roald Dahl.
5. Para delirar con buena ciencia ficción, leer “El fin de la infancia”, de Arthur Clarke, o “Matadero n° 5”, de Kurt Vonnegut (hice trampa, lo sé…)   

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Todo lo bueno que digan de Dan Brown es demasiado.
Por otro lado tenemos a un Arlt contemporáneo en Pablo Ramos y algunos aún no lo conocen.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

Cada vez entiendo más la diferencia que hace Vladimir Nabokov entre esa inspiración ardiente y pasional y la inspiración del regreso al texto y el trabajo de corrección. Pese a ser bastante metódico a la hora de escribir, me dejo llevar mucho por el instinto y me divierto cuando la inspiración me lleva a resoluciones insospechadas.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Creo que uno se convierte en buen lector cuando entiende qué porción del mundo quiso cambiar determinado autor, o cuando nos tomamos el tiempo de pensar por qué una persona (a veces de otro país o de otra época) decide contarnos una determinada historia. Ante eventuales contraejemplos, como las obras  del Nouveau Roman, que no presentan forzosamente un por qué, es de buen lector maravillarse con la ingeniería que se pone en marcha para que ese lenguaje, aunque a veces hermético, llegue a nosotros para conmovernos. 

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?








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