Manuel Quaranta

1-¿Dónde escribís? 

En casa. En el living. Justo enfrente de donde me siento hay dos bibliotecas, como contención. Detrás está el balcón, por las dudas.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

En la notebook. Casi no tomo notas a mano porque en general intento trabajar una idea en la cabeza, llevarla conmigo, cuando camino o estoy en la cama. Luego, la vuelco en el texto. Pero como en realidad no utilizo un método preciso, otras veces la idea surge y la voy desarrollando en el mismo acto de escritura.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Escribo, desde hace un tiempo, casi todos los días, aunque sin horario fijo, soy incapaz de de seguir un método. Lo que sí es cierto es que me fascina la noche, bien cerrada, ese momento del día en el que el ambiente se convierte en bruma; allí se erige (seguro es un mito, o por lo menos un lugar común) un espacio aurático imposible de conseguir por la tarde o la mañana. No por nada Hegel comentaba: “El búho de Minerva levanta vuelo al anochecer” (risas).

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Le dedico dos o tres horas por día. Es simplemente un promedio. No es que me siento durante tres horas a escribir; además, el modo en que transcurre el tiempo mientras escribo (aunque escribir no es lo único que hago mientras escribo) pasa de una forma tan extraña que me resulta difícil medirlo.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

Tengo una manía, aunque más decorosamente podría decir ritual, escuchar música a todo volumen con mis auriculares, en general uso Youtube y elijo los temas. Se ve que la concentración no es mi fuerte, ya que debo elegir la música a cada rato; soy un tipo muy fragmentario; por otra parte no es que solamente escribo sino que a  la vez reviso una página, posteo en Facebook (es escribir), y así, paradójicamente, saliendo del texto, me meto en él. Después, cuando corrijo, convoco al silencio, para leer en voz alta.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Lo doy por terminado cuando considero que tiene una coherencia interna. Cuando logro la forma que yo pretendí para ese texto, es allí donde apunto, lo que más me interesa, la forma (el estilo), el contenido va y viene.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Tengo una relación enfermiza, fetichista, acumulativa. La biblioteca es respetable, trabajé años en una librería…(risas), hay cantidad de libros sin leer, muchos releídos varias veces. Los libros me gusta tenerlos en casa, tocarlos, sentirlos, verlos en la mesita de luz. Cuando alguien me pide prestado uno tiemblo, lo quiero de vuelta inmediatamente, porque creo que lo voy a precisar. Tengo, en definitiva, una relación obsesiva.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

La montaña mágica. Nunca lo leí. Me está esperando desde hace un tiempo, pero no consigo crear el ambiente, lo veo con ese previo fervor que, en este caso, me juega en contra.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Debo decir que elegiría cinco de Juan José Saer. Pero para abrirme a la multiplicidad de la pregunta, y no parecer un maniático, no cedo a la tentación; pienso en Glosa, Ficciones, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Vida y destino (Vasili Grossman) y dejo para el final, quizás el libro que más me haya enloquecido: El Quijote.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Respondo desde el único lugar que considero posible, mi impresión particular. No puedo comprender por qué Julio Cortázar posee el nombre y la jerarquía que se le otorga. No comparto nada con él, nada me une a su universo, salvo en Casa tomada. Quizás, pienso, la influencia explosiva del boom haya sido determinante, sin embargo aclaro que otros participantes del fenómeno como Vargas Llosa (mal que le pese a Saer) o García Márquez, pero sobre todo el primero, emprendieron búsquedas formales que me gustan mucho, aunque supeditadas a la historia.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

No creo en la inspiración. Creo en pocas cosas. La inspiración vendría a ser una relación particular que tienen algunas personas con las musas, lo que dejaría a la mayoría de los mortales como nosotros sin posibilidad de acceder a la escritura. No, no creo. Aunque es cierto que algunos días uno tiene mayor predisposición al trabajo, pero muchas veces coinciden esos días con los de mayor lectura.
  
12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cito la novela Respiración artificial: “Nadie sabe leer, nadie lee. Porque para leer, dijo Tardewski, hay que saber asociar”. La lectura es un espacio de relaciones en las que el lector termina por construir el texto, el texto no es un lugar cerrado y definitivo sino que es el lector el que con su impronta lo abre hacia otras dimensiones y sentidos. En consecuencia, un buen lector es el que cuenta con la capacidad de elaborar la mayor cantidad de referencias posibles, y ese ejercicio se da, sobre todo, por el número y la calidad (que se genera con el número, es como un círculo) de lecturas. Aunque como todos saben, el hábito no hace al monje.

Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 

Es verdad, cada tanto fumo alguna sustancia estimulante, pero nunca he probado escribir al mismo tiempo, no considero necesario buscar por fuera un estado de conciencia alterado, ya que es mi condición normal; siempre recuerdo un amigo de la infancia que a los 11 o 12 años me dijo por primera vez: “no tenés paz mental”; quedé marcado, como un sello de calidad que indica que agregar un producto extra no modificará, sustancialmente, el cuadro de situación.


PD: Para advertir el grado de fragmentación (o dispersión) en el que trabajo, aclaro que el texto que leyeron es producto de una segunda escritura, pues al no haber guardado las modificaciones del archivo “Cuestionario” (después de abrirlo desde Facebook), la primera versión está navegando con otras respuestas en los confines del ciberespacio.

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?




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