Marcelo Britos

1-¿Dónde escribís? 

En casa o en algún bar que tenga para enchufar la compu y Wifi, porque en casa no tengo internet y trabajo con varios diccionarios on line. En casa los días de semana, a la noche, cuando vuelvo del trabajo. Y los fines de semana trato de instalarme en algún barcito. Me gusta tener la biblioteca a mano, por cualquier cosa que quiera consultar, y eso es un problema. Si pudiera tener una oficinita (tenía una antes de separarme), sería ideal.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Ambas cosas. Prefiero trabajar en la computadora, pero no estoy todo el tiempo con la máquina encima. Hace poco leí una entrevista que le hacían a la esposa de Rivera y ella contaba que su marido escribía las novelas a mano en cuadernos espiralados (está loco…). Después el editor lo pasaba a máquina. Si le digo a Manzi que me pase los manuscritos me pega.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Sí, lo hago todos los días menos los domingos, que es el día de descanso. Eso no significa que se produzca o que se agrande el borrador. Lo que hago diariamente es leer y abordar el texto. Se corrige, se borra, se depura, aun en el proceso de escritura del primer borrador.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Eso es relativo. A veces vuelvo muerto del laburo y sólo trabajo dos horas o menos. La idea es tener un contacto diario con el texto.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

No. Ceno y me pongo a trabajar. En invierno con un tecito, quizá.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Después del primer borrador, un estadio que en la novela es bastante extenso en mi caso, comienza el proceso de corrección, que puede durar mucho tiempo también, y que no termina hasta la edición, si es que puedo editar el trabajo. Considero la corrección como un montaje cinematográfico, es decir, un proceso por el cual un cuerpo informe de texto se convierte en la novela, al menos como yo la quiero. Después, cuando ya me canso del texto, acaso por estar tanto encima de él, se lo paso a correctores designados. Uno es Federico Ferroggiaro, amigo y colega, que hace una corrección de estilo. Después a otro amigo y escritor, Daniel Valdez, que hace una mirada de lector entrenado; en realidad el que lo lee primero es Dani, ya casi por cábala.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Pregunta extraña, pero está bueno porque me hace pensar por primera vez en eso. Hay algo de fetiche: verla crecer, acomodar los libros, encontrar cosas por casualidad. Pero también es un espacio de consulta permanente. He heredado una gran cantidad de libros de mi abuelo y de mi viejo (libros de tango, sobre todo), y he comprado libros a granel, así que es una biblioteca extensa y sobre todo a la medida de mis descubrimientos como lector. La tengo dividida entre el living y mi habitación (es un departamento chico, no se imaginen la biblioteca de Babilonia), y tener los libros al lado de la cama es un problema. Siempre manoteo alguno y terminó durmiendo tarde.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Ese tipo de deseo lo satisfago de inmediato. Por lo tanto la pregunta irá cambiando con el tiempo. Hoy me gustaría leer algunos títulos de Cormack MacCarthy que no han sido traducidos al español, y “Gente que baila” de Norberto Soares, que ya saldré a buscar por las librerías. También “Antología de Spoon River”, de Edgar Lee Masters, libro que ya está viajando de Madrid para acá (me lo manda una amiga, encargada de esas misiones), porque no se consigue en la Argentina.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Bien, contesto en caliente, sino me pongo a dudar.

“Viaje al fin de la noche” de Ferdinand Céline
Las obras completas de Borges
“Sudeste” de Haroldo Conti
“Todos los hermosos caballos” Cormac MacCarthy
“Santuario” de Faulkner
¿…puedo poner uno de suplente?
“El corazón de las tinieblas” de Conrad

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Creo que hay que tener cuidado con esto, los prejuicios suelen ser conductores de grandes errores. Por eso no creo que uno pueda hablar de “valor” sobre autores, sino sobre obras. No hay grandes escritores, sino grandes libros, salvo casos excepcionales como los de Borges, Shakespeare, o Virginia Woolf. En esa línea creo que como “sobrevalorado” elegiría a “Rayuela”, un libro inflado por el fenómeno del Boom, cuya historia es aburrida y sus personajes, a mi juicio, estereotipados en los parámetros justamente fijados por el Boom como suceso editorial. Otro libro que me pareció aburrido fue “La novela luminosa” de Levrero. O al menos podría haberla hecho más breve; demasiadas páginas para decir siempre los mismo, y la repetición no me parece algo atractivo como recurso.
En cuanto a las obras que no han sido valoradas, tendríamos que preguntar también en que contexto y por quiénes. Entiendo que autores como Kordon, Di Benedetto en su momento, no fueron canonizados, pero eso responde a situaciones ajenas a la calidad literaria de una obra, y está vinculado a lo que el canon académico considera como de alto valor simbólico, y a su vez lo que decide también el canon editorial, en cuanto a su valor de mercado.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

La literatura para mí es un oficio. Hay que sentar el culo en la silla y trabajar. Creo que hay epifanías, momentos de luminosidad, pero quiero que me sorprendan trabajando (alguien dijo eso ya, no se quién, y me parece brillante)

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

A riesgo de que alguien se enoje, creo que pensar que alguien pueda definir cuándo los demás son buenos lectores, es una pedantería. El ejercicio de la lectura es absolutamente subjetivo, universal y único, como una obra de arte. Si bien estamos influenciados externamente por el camino que han recorrido otros, o por el canon impuesto, ya sea comercial o académico, la lectura está relacionada con nuestro proceso de vida, con el mundo que hemos aprehendido. La lectura es buena en sí misma, porque es el vuelo que me lleva al mundo que necesito conocer. Mi vieja leía Harold Robbins, Tom Clancy, y por ello no la considero una mala lectora. Esos libros la llevaban a los lugares en donde ella quería estar. Creo que otra cosa es discutir si existe una buena o mala literatura, o una literatura llana y superficial, y una literatura crítica.

Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 


Una sola vez intenté escribir después de haber fumado marihuana, y al leer al otro día lo que había producido, me pareció una verdadera porquería. Creo que trabajo mejor de forma consciente, lo que no quiere decir que la experiencia en estado inconsciente no me sirva para la construcción de ficciones (o al menos elementos para esas ficciones), que pueda construir sobrio. 

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?




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