Enzo Maqueira



1- ¿Dónde escribís?

Casi siempre en una computadora de escritorio, junto a una ventana, en un entrepiso con vista al resto de la casa. De vez en cuando en la cama, la notebook sobre las piernas.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Computadora, siempre. Ya no me entiendo la letra para hacerlo a mano.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Tengo períodos de escritura intensa y dedicada y otros de mayor laxitud. En todos los casos lo suelo hacer de noche, por lo general a partir de las 23 y hasta las 4 de la mañana. De todas formas, depende mucho del libro que esté escribiendo. Hay algunos textos que necesitan ser escritos con la frescura mentirosa de la mañana, mientras que otros piden a gritos la intoxicación nocturna.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Escriba o no, le dedico mi vida a la literatura, 24 horas al día, 365 días al año, cada minuto, cada pensamiento, cada persona que pasa por mi vida. Todo es literatura.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

Ninguno, pero prefiero que haya jazz, una botella de agua mineral y a veces algún estimulante/depresor del sistema nervioso, legal o no.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Nunca. Soy obsesivo con las correcciones y el texto no se termina hasta que el editor no me lo saca de las manos. Una vez que eso sucede prefiero no volver a leer nada de lo que ya está escrito, porque encontraría cosas para cambiar y sería demasiado tarde.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca? 

Mi biblioteca es el lugar que más quiero de mi casa, porque además ahí tengo el piano y es la única habitación cerrada, totalmente privada. Esto hace que, por un lado, a veces quede demasiado lejos de ella, pero que al mismo tiempo cada encuentro sea furtivo y apasionado.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Me gustaría completar En busca del tiempo perdido. Nunca pasé del segundo tomo.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

-Eisejuaz, Sara Gallardo.
-Los galgos, los galgos, Sara Gallardo.
-Que viva la música, Andrés Caicedo.
-Rabia, Sergio Bizzio.
-Memorias de Adriano, Marguerite Yourcenar.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Todo está muy sobrevalorado cuando no vende y le cabe a Puán. Y los libros que venden suelen ser poco valorados. La clave está en terminar con esa estupidez.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

Llega con el trabajo, como debe ser. De vez en cuando, con suerte, me cae encima y tengo que salir corriendo para escribir; pero es algo que pasa cada vez menos. Por lo general, empiezo a inspirarme después de haber revoloteado un rato sobre un texto.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando abandona Facebook, otros libros, amigos, whatsapp y el resto de su vida para meterse en un libro y no puede salir por más que quiera.

Bonus Track: 
-Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.

Lo hice muchas veces, al principio como ejercicio, después como premisa. Me resulta imposible escribir con ácido, sobre todo porque apenas puedo embocarle a las teclas. Sin embargo, suele ser buen generador de ideas que boceto sobre un papel para volver al otro día, ya más en mis cabales, a ver de qué se trata. Lo mismo con el MD o con el éxtasis (en realidad, rara vez se me ocurrió desperdiciar estas drogas en escribir). La marihuana funciona, siempre y cuando pase por una etapa muy sobria de corrección. La típica es escribir algo que parece genial y darte cuenta, al día siguiente, de que contaste un mal chiste. El alcohol no me cambia demasiado, pero tampoco soy de tomar tanto; alguna vez un whisky, una cervecita… De todos modos, la conciencia siempre está alterada cuando uno escribe. La mejor droga es la literatura.








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