Hernán Bergara

1-¿Dónde escribís? 

En los bares o en mi casa. En general, en cualquier lugar en el que lo de alrededor me sea indiferente, siempre que yo le sea indiferente a lo de alrededor.


2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

En general trabajo con lo que tengo a mano, y en general todo termina en el soporte en el que comenzó. Descanso en la certeza de que todo irá a parar a la computadora como versión oficial. Pero la certeza es falsa, porque todo es un borrador que se apuesta en donde surge y allí permanece.


3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

No puedo evitar escribir todos los días. No tengo horario fijo: soy un esclavo de lo que se impone, lo haga donde lo haga. Abro el paréntesis en cualquier escenario y asiento lo que me tienta.


4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

No gobierno ese tiempo: es el tiempo que le dé la gana al problema que surja, o al intento que aparezca, o al deseo ejerciendo presión. No para: es intermitente nomás, es decir, regular.


5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

No, y de hecho, en ocasiones ni siquiera me siento. Sentarse y a continuación escribir sería un ritual que, en mí, destruiría la fuerza del deseo hecho gramática borracha. No me respeta los rituales, aunque por lo general obedece: cuando me siento a escribir, escribo. Pero también debo escribir cuando no puedo sentarme.


6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Doy por terminado un texto cuando considero que podría darle forma. Cuando considero que eso que hay podría tener una versión más institucionalizada, es decir cuando tengo la absoluta certeza de que estoy frente a un borrador, terminé. También he sacado esta otra cuenta: cuando creo que voy por la mitad, es que en realidad terminé.


7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Es una amiga deliciosa, una mujer y un padre, un objeto que respira cuando se lo pido. Yo soy la mascota de mi biblioteca.


8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Alguno que contenga la poesía completa de Gorostiza.


9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Los sorias, de Laiseca; El aleph, de Borges; Macbeth, de Shakespeare; Pedro Páramo, de Rulfo; La tournée de Dios, de Jardiel Poncela.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

Sobrevalorados, quizás Cortázar, sobre todo por Rayuela. Esperando a Godot es también un libro que representa mucho más de lo que despliega. Con las vanguardias en general me parece que ocurre lo mismo. En cuanto a libros o autores infravalorados, creo que Laiseca, Woody Allen como escritor, Jardiel Poncela o Etgar Keret, no son dimensionados como deberían serlo. Por otra parte, contra este gesto repudiable de despreciar y apreciar en bloque, rescato el libro de ensayo-ficción Uno y el universo de Ernesto Sabato.


11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

Creo que la inspiración existe, y te sorprende trabajando, y también al emerger de los sueños. La inspiración es lo único que no parlotea, como lo estoy haciendo yo ahora, sino que habla. Debería ser nuestro piso, pero nuestra decadencia hace que sea nuestro techo a veces más alto que cualquier escalera. Intento hablar sólo con ella. Tener oído sólo para ella. No es soberbia, sino una búsqueda trabajosa por ser honesto al distinguir lo que sí de lo que no, lo verdadero de lo falso, lo que no tiene vida de lo que sí la tiene.


12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando lee al servicio de la deriva, no esclavizado por el juego del libro que está entre sus manos en ese momento. Cuando se atreve a leer como duermen las liebres: con un ojo cerrado, en el libro, y el otro abierto, en la fuga hacia otras relaciones.


Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 


Es imposible para mí escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado, porque escribir es una experiencia de alteración de conciencia. Utilizar un estupefaciente, por caso, para escribir, es en mi organismo una redundancia sin posibilidades: no puedo hacerlo. Es como drogarse y después drogarse: en mí, es derogarse. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario