Fernando Bogado

1-¿Dónde escribís? 

Escribo en cualquier lado, no tengo un espacio privilegiado para poder terminar un poema o un
cuento. Es claro que la falta de un lugar fijo está vinculada al hecho de que trabajo varias horas
como docente y periodista, lo cual me lleva a estar muchas horas fuera de mi casa o me
imposibilita el quedarme en un solo lugar (sin nadie o en silencio). Por eso siempre llevo uno o
varios cuadernos en mi mochila o valija: con el paso del tiempo, ya desarrollé un fetiche, que
es comprar un Rivadavia tapa dura de 98 páginas rayado o un Gloria tapa blanda blanco. Uso
un lápiz de mina de 5 mm para escribir que hace poco se me rompió: estoy buscando
desesperadamente su reemplazo ya que, como notarán, una vez que encuentro algo que me
gusta, no lo suelto (humilde gesto neurótico de escritor).
Hace poco me mudé a Almagro y perdí los dos cuadernos que me acompañaron desde hace 7
años. En ellos escribí la mayor parte de los poemas de Jazmín Paraguayo, mi último (o primer)
libro. Creo que hay algo lógico en el hecho: una vez alcanzado el libro, lo demás es
prescindible.
También escribo en el word del celular: es un buen espacio para continuar un texto, lo guardo
en One Drive, Dropbox o Google Drive y lo retomo cuando puedo. Últimamente, uso mucho
este método para escribir los guiones de los programas de radio en los que trabajo.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Un poco he contestado esta pregunta en el punto anterior, pero vale la pena aclarar que
empiezo trabajando el texto a mano y lo termino de cerrar cuando lo paso a computadora. En el
caso de que lo que esté escribiendo sea un poema, no hay muchas modificaciones entre el
manuscrito y la versión en computadora. En el caso de un texto narrativo, sí: los cambios y la
diferencias son muchas y se van articulando gradualmente.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

Siempre dependo del tiempo que le logró robar a todo lo demás, pero una vez que sé qué texto
quiero, que tengo el poema, que tengo la primera o la última línea de un cuento, que sé cómo
va a seguir la novela (la futura, la que espero que salga), no importa dónde esté o qué esté
haciendo, lo que sea que tenga a disposición es el soporte justo para escribir esa frase o idea.
Hay días en que el entusiasmo me lleva a escribir todo un día (o una noche), hay días en que
escribo una sola frase, pero, por suerte, escribo todos los días.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

El necesario para cerrar una idea. Muchas veces, la relación entre idea y tiempo es mínima,
tiende a la inmediatez. Otras veces, no: me puedo llevar toda una noche cerrar con éxito una
idea. Trato de no escribir mucho de madrugada porque al otro día, con la claridad de la
mañana, me doy cuenta de que todo lo que escribí es indulgente para conmigo, autorreferente
y víctima de los peores lugares comunes. Por eso prefiero la mañana para escribir, bien
temprano, después de un café pero, claro, por mis trabajos esas mañanas son fruto de un
esfuerzo por mantenerme fresco o predispuesto a dormir menos para escribir.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

No. Escribo lo que tengo que escribir. Hasta no cerrar la idea, no paro y no me detengo por
rituales. Lo que ayuda es el café, claro, pero yo no lo llamaría ritual, sino brebaje de primera
necesidad.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Cuando le doy un lugar en un archivo de Word luego de pasar por el cuaderno. Después de
eso, lo imprimo, lo corrijo con lapicero roja y lo modifico. A veces, se lo mando a otra persona
para leer, pero eso puede jugarte una mala pasada ya que esa persona te puede mostrar lo
terriblemente soso y cursi que puede ser algo que creías genial.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

La mejor de las relaciones posibles. No vengo de una familia con biblioteca propia, la tuve que
armar yo solo a fuerza de paciencia y constancia. Una vez que mis libros superaban el espacio
que tenía en mi pieza, modifiqué un cuartito que daba a la terraza de mi casa de San Martín y
acomodé libros y apuntes allí, pero a la larga se llenaron del polvo que llegaba por debajo de la
puerta que daba a la mencionada terraza o de los pelos de Pachuli, mi segundo perro. El
Pachu murió un día de viejo, en la terraza (hizo un círculo extraño de baba y transpiración en
su agonía), ahora mudé mis libros al living de mi actual departamento en Almagro y por fin
pude ordenar mis libros e historietas según el mejor criterio posible, el de la editorial. Y el
tiempo, cruel, sigue pasando.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Por fin conseguí 2666 de Bolaño, así que me espera ese. Me gustaría leer completo a Proust,
En busca del tiempo perdido; varios libros de muy variados autores, muchas más historietas...
Tengo cierta voracidad que me acompaña siempre y que nunca cesa.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

Cualquier libro de Jorge Asís (me inclino por Los reventados o la edición de Cuentos
completos); la edición de Poesía completa de Héctor Viel Temperley de del Dock; Poesía
popular argentina de Vicente Luy; De la gramatología de Jacques Derrida (puede ser
intercambiado por El Anti-Edipo de Deleuze & Guattari); La educación sentimental de Gustave
Flaubert.
Agrego historietas: alguna saga del X-Men de Claremont & Byrne; Doom Patrol de Grant
Morrison; Watchmen de Alan Moore; Vidas breves de Neil Gaiman (tengo todo Sandman
completo, pero creo que la saga que más visito es esta) y varias Fierro de los '80.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

No me gusta César Aira, me parece que es parte de un canon construido en un período muy
específico de la literatura y la crítica argentina, aunque siempre abro la puerta a mi error y
espero encontrar un libro que me guste y me sorprenda. Hay varios escritores contemporáneos
que imitan el estilo, lo tienen como influencia: me parece una influencia desafortunada e invito
a esos jóvenes escritores a buscar por otro lado.
Luy está teniendo cierto reconocimiento como poeta, algo que viene de la mano de las
ediciones y hasta de la preparación de trabajos críticos, pero la obra de Hernán y de Osvaldo
Vigna sigue todavía poco visitada por esos mismos que encuentran en Vicente una especie de
poeta maldito contemporáneo, canonización que me parece incorrecta.
Hay escritores no del todo valorados, como Richie Pantuso, Héctor Urruspuru (poetas) , Mujica
Láinez, Bioy Casares (el Diccionario del argentino exquisito es excelente) y muchos varios
más.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

La llamada "inspiración" es un momento de captación estética de un desarreglo, de algo que
individualiza una percepción. Encuentro muchas veces eso cuando escucho a alguien hablar
sin ningún tapujo y usar formas sorprendentes. Muchos de mis poemas parten de esa atención,
de ese deslumbrarse por una frase escuchada casi al azar. Esas cosas me movilizan a escribir
pero, claro, desarrollar un gusto, ponerlo por escrito, hacer más resistente esa forma de habitar
el mundo, profundizar las limitaciones, eso es escribir, y eso requiere muchísimo trabajo y no
tanta inspiración.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando se atreve a leer mal y puede fundamentarlo.

Bonus Track:
 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 


No soy partidario de ningún estado de conciencia alterado inducido por las típicas sustancias
"de/para" escribir, aunque más de una vez he pasado madrugadas de whisky literarias, más
como lector que como escritor.
Como dije con respecto a trasnochar escribiendo, no ayuda para nada a lo hecho y
generalmente es fácil caer en lugares comunes. Hay muchos poetas de pose que se presentan
como sistemáticos desarregladores de todos los sentidos, ya sea por drogas o alcohol o todo
eso junto, pero terminan escribiendo cosas bastante malas.





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