En la redacción del lugar donde trabajo. Y cuando se trata de artículos en calidad de freelance o algún proyecto que involucra la escritura, generalmente lo hago en mi departamento, en un rincón con buena luz y de espaldas a la biblioteca, como para tener a mano material de consulta.
2- ¿Trabajás en computadora o a mano?
En computadora, aunque soy de tomar apuntes con libretas o con el bloc de notas del celular. De hecho, mi paso del minúsculo teclado del Nokia C3 a las pantallas táctiles de los smartphones fue difícil y resistido. Todavía batallo con el bendito “teclado predictivo”. Está la posibilidad de grabar notas de voz, pero me da más seguridad leer una idea que escucharla.
3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?
Casi todos los días, aunque con intensidades muy diferentes. No tengo horario fijo (excluyendo las jornadas de trabajo), pero cuando un texto me entusiasma mucho, soy de trabajarlo por la mañana.
4-¿Cuánto tiempo le dedicás?
El que sea necesario. A veces un texto tiene que estar listo en una hora (puede ser por imposiciones editoriales o iniciativa propia), y en otras ocasiones puedo estar semanas abocado a un mismo artículo, releyéndolo y buscándole las fallas para trabajarlas hasta quedar medianamente conforme con el resultado.
5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?
Necesito silencio, algo que es prácticamente imposible. Entonces me conformo con un ambiente sin demasiada contaminación sonora. Si no se puede, trabajo con los auriculares puestos, pero siempre con música instrumental. Puede ser un cuarteto de cuerdas, un set de música techno o piezas de piano, pero sin voces, me desconcentran. Si lo que escribo me resulta particularmente difícil o desafiante o importante, desconecto Internet y apago el celular. No tengo más rituales que esos, aunque el mate suele acompañarme al momento de escribir
. 6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?
Todo depende del texto, aunque vamos a suponer que se trata de un texto importante. Una vez que termino de escribirlo, lo releo y le corrijo cosas que me parecen que pueden mejorarse. Lo dejo descansar una noche. Al otro día lo releo y corrijo de nuevo. Si me deja conforme, o moderadamente conforme, se lo doy a leer a uno o dos amigos con buen criterio de lectura y edición. Si tengo el OK de ellos, lo doy por terminado.
7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?
Diría que una muy buena. Le tengo mucho cariño y trato de mantenerla ordenada, aunque es inevitable que los libros se pierdan en algún momento (mudanzas, separaciones, préstamos, etc.). El único orden que intento mantener (porque no siempre se puede) es el de los géneros: novelas, cuentos, autores, no ficción, periodísticos, de arte, etc.
8- ¿Qué libro te gustaría leer?
Varios. Algunos incluso los tengo y todavía no los he leído. Ya me resigné a que no voy a poder leer todo lo que me interesa, por eso, cada vez que me hago tiempo para leer, me aseguro libros que me entusiasmen y no lo que dictan los críticos, los escritores, las modas o los profesores prestigiosos. Aunque también reconozco que leo mucho por trabajo y aprendí a disfrutarlo.
9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?
Difícil. Hoy te diría que son Música para camaleones (Truman Capote), Tránsitos (Alberto Fuguet), El pasado (Alan Pauls), Revolution in the head (Ian McDonald) y La casa pierde (Juan Villoro). Mañana seguramente serán otros.
10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?
He leído libros de autores que fascinan a los críticos y que a mí no me llegaron, o me resultaron directamente ilegibles. Pero no le encuentro demasiado sentido señalarlos con el dedo, cada lector tiene una relación única y muy íntima con sus libros, así que por mí fantástico que todavía existan esta clase de malentendidos, por llamarlos de alguna manera. ¿Menos valorados? Para responder al menos una de las consignas de esta pregunta, nombro a dos de Córdoba, que a mi juicio son muy buenos y cuya producción debería ser más reconocida a nivel nacional: Carlos Schilling y Sergio Gaiteri.
11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?
Esquiva pero bienvenida. Casi nunca aparece cuando escribo, sino antes, en una fase previa que nada tiene que ver con el proceso de redacción. Puede ser en una charla, mientras escucho un disco, veo una película o camino por algún lugar. Y después hay que trabajarla. Es un lugar común decirlo pero nunca está de más: sin trabajo, la inspiración es útil para algún aforismo pero no para una novela.
12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?
Es fundamental el hecho de que la lectura le produzca placer. Después, ya en una segunda instancia, que le provea reflexiones sobre la realidad, tanto suya como del mundo, el suyo y el de otros. Y finalmente, creo que un buen lector se termina de conformar con criterio y sensibilidad propia, que probablemente sea lo más difícil de conseguir.
Bonus Track: -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.
No escribo bajo esos efectos. Necesito estar concentrado y ya un par de copas me distraen de ese objetivo. Por otra parte, tiendo a desconfiar de los poemas geniales escritos en medio de un trip, o de días seguidos de redacción productiva gracias a los favores de algún descongestivo nasal. Creo que los buenos escritores lo son más allá de sus consumos y, en todo caso, veo a las drogas (para ellos, claro) como un buen combustible, pero de la misma forma que podría serlo un rico plato de tallarines con salsa, un café cargado o un buen polvo.
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