1-¿Dónde escribís?
Habitualmente, en la sala de mi casa, donde
ahora tengo una mesa grande de madera como soñé durante tantos años. Puedo
tomar apuntes en cualquier lado si no quiero olvidarme de algo, o bien cuando
algo no quiere olvidarse de mí.
2- ¿Trabajás en computadora o a mano?
Prefiero la notebook. Cuando entré al
Politécnico perdí la cursiva, cuando compré mi primera Mac perdí la imprenta.
Si no me queda otra, puedo escribir a mano en “imprenta ligada” pero me canso
enseguida.
3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un
horario fijo?
No escribo todos los días, excepto en mi
cabeza. El horario más probable es a la noche cuando mi hijo ya duerme, digamos
después de las 22.
4-¿Cuánto tiempo le dedicás?
Con viento a favor, y facebook cerrado, hasta
dos horas.
5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?
Releer algunos textos “en progreso”, sacarme
los zapatos, hacer crujir el cuello…
6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué
recorrido emprende ese texto?
Lo doy por terminado cuando siento que está
suficientemente ajustado, en el lenguaje y en el sentido, aunque no sé si son
dos cosas separables. Los concursos de narrativa del 2013 me ayudaron a cerrar
mi novela y presentarla. Me parecen interesantes los concursos cuando sus
jurados lo son, cosa que en Rosario ocurre.
7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?
Ella me tiene mucha paciencia, me espera
mientras la voy reacomodando en muebles dispersos, a la espera del mueble ideal
que la pueda unir. Ella crece, tan diversa como son mis intereses. Yo le
prometo, y a veces hasta le cumplo.
8- ¿Qué libro te gustaría leer?
“Hacia allá y para acá” de Florian Paucke, un
jesuita que estuvo con los Mocovíes en San Javier hasta la expulsión de 1767.
Es un compendio de costumbres, dibujos originales de flora y fauna y hasta
recetas de cocina, un testimonio de la utopía de las misiones.
9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en
tu biblioteca ideal?
Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal
Zama, de Antonio Di Benedetto
La grande, de Juan José Saer
Cuentos de León Tolstoi
El corazón es un cazador solitario, de Carson
Mc Cullers
(y de contrabando Sobre héroes y tumbas, de
Ernesto Sabato, un libro de la adolescencia revisitado siempre)
10- ¿Cuáles son los autores/libros que te
parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?
Me parece que hay muchos autores
sobrevalorados del tipo “thriller-premio-película con Darín”. Y a la vez, hacia
afuera de la General Paz, se valora muy poco a una buena cantidad de verdaderos
escritores que están renovando la tradición nacional con escasos medios de
acercamiento a sus lectores. Si Charly hubiera nacido en Londres, se hubiera
masticado a Los Beatles.
11- ¿Qué relación tenés con la
inspiración?
No sé si son parientes, pero mi relación es
con el “punctum”, con lo que punza y pide ser escrito, que a veces aparece como
epifanía, como urgencia y también como angustia. Son dos o tres ideas que me
caminan y un día encajan entre ellas, se asocian y emergen, cosa que ocurre
antes o durante el proceso de despertar, se madura durante el día y tiene su
primera encarnación (¿enletración?) a la noche.
12- ¿Cuándo una persona se convierte en un
buen lector?
Depende de su inteligencia, su sensibilidad, y
sus “horas vuelo” con los libros. Alguien dijo que ser escritor es “poner el
culo en la silla mientras afuera cantan los pajaritos”. Ser buen lector se le
parece bastante y en buena medida, aunque no de modo absoluto, debe preceder a
la escritura.
Bonus Track:
-Experiencias e impresiones de escribir
estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.
De las sustancias no tengo la experiencia.
Escribí con un estado de conciencia alterado, entiendo, ante la muerte de un
amigo y el nacimiento de mi hijo. Creo que en esos momentos de verdad, de
misterio profundo, la escritura fue una catarsis posible y necesaria.
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