Marta Ortiz

1-¿Dónde escribís? 

Casi siempre en mi casa, mi “cuarto propio” es cualquier sitio ad-hoc en ese ámbito, por supuesto, llevo conmigo la notebook, libros, papel birome y lápiz, celular y mate. También en bares, en el colectivo, taxi, sala de espera, cola para pagar impuestos,  o donde sea que me sorprenda la idea “imperdible”, y ojalá que en ese caso tenga papel a mano, mi “moleskine” puede ser una servilleta del bar o boleta de compra. También están los insomnios que me obligan a prender la luz a cualquier hora de madrugada, y ahí puede ser la última página de un libro (de la pila intercambiable que vive en la mesita de luz) donde escribo en lápiz el embrión de un poema, una palabra o frase que no quiero olvidar, la idea que me estuvo rondando durante la vigilia, en fin, lo que surja.

2- ¿Trabajás en computadora o a mano?

Escribo en computadora, todo, trabajo con los cuadros de diálogo que necesito abiertos, pero la idea inicial generalmente queda impresa en una libreta o cuaderno (si algo de eso llevo conmigo cuando surge el chispazo) o papelito que sirva (servilleta, cuenta de supermercado, hoja prestada), al rescate de ese hilo de oro que cada tanto aparece y que luego será ampliado o desechado según resulte o no maleable a la escritura. En ocasiones escribo a mano el comienzo de un cuento o de un poema. Me gusta el dibujo de la letra, los quiebres de la escritura en el papel, pero la pantalla es más dúctil para el juego: cambiar de lugar una palabra o frase o párrafo, quitar o agregar, resaltar, muchas herramientas para un trabajo menos dificultoso.

3- ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?

No. Esa clase de orden no me pertenece. Además, la musa se resiste a las limitaciones. Al menos la mía, se resiste. Sé de escritores/as que sostienen una disciplina férrea. No es mi caso. Pero sí a cada día le encuentro su recoveco, puede ser la mañana, la noche, un rato a cualquier hora, a veces el día completo, destinados a lectura o escritura, según.

4-¿Cuánto tiempo le dedicás?

Como dije antes, tiempo discontinuo. La suma de los días da todo el tiempo que no es atender familia, amigos, casa, dormir, comer, compras, etc. Siempre lectura y escritura. Ambas actividades forman la trama encastrada, indestructible.

5- ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a escribir?

El mate y el termo. Libros a mano, celular, biromes, lápices. Revisión previa del correo electrónico y redes sociales.

6- ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido emprende ese texto?

Ahhh, qué difícil! Supongo que cuando se publica. Soy obsesiva, un texto para mí es un ser vivo, algo semejante a la planta de Felisberto. Crecerá si las condiciones son favorables o se secará si no valía la pena. ¿El recorrido? Simple, el chispazo, la llamita, la inspiración, el nombre que queramos darle, yo le llamo necesidad imperiosa de traducir un “qué” no del todo claro, un destello, una tangente de cualquier temática, en escritura. Siempre un suceso o imagen exterior a mí contacta con una necesidad profunda, algo que yace en mi conciencia o en mi inconsciente y que me llevará a alumbrar una zona de mí que desconocía. Luego es darle forma a la primera idea o germen y asistir a la transformación más o menos lenta, llegar al punto en que ese cuerpo todavía débil, esa forma inestable, avance hasta llegar a su punto justo; la escritura moldea al escritor y lo lleva a ese inevitable final; el juego es fascinante, el lenguaje es un ser vivo, nos usa, nos trabaja. Y después sigue el pulido, retrabajar el texto hasta que ya está, me convenció, más no se puede o más no puedo yo, digamos. Y este proceso puede durar días, meses, años, según.

7- ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?

Caótica, al mejor estilo borgeano. Sueño con una biblioteca ordenada donde si buscás un libro lo encontrás, de una. Tengo cuatro bibliotecas que quise ordenadas, claras, el tiempo me demostró que es imposible. Hace falta un bibliotecario, clasificaciones, en fin, todo eso que nunca haré.

8- ¿Qué libro te gustaría leer?

Tengo más claro qué libros no me gustaría leer.

9- ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca ideal?

No, imposible elegir, cada lectura me sugiere otra y así, la red de tramas interrelacionadas, un libro remite a otro, los del pasado, los contemporáneos, los que vendrán. Mi biblioteca ideal es la biblioteca de Babel, creo. Puedo arrimar una serie de clásicos imprescindibles, archiconocidos pero eso significaría excluir otra cantidad de libros que disfruté, disfruto y disfrutaré. Puedo hablar de influencias porque eso depende del recorrido de lecturas habidas, pero me angustia pensar en las muchas influencias que no tengo ni tendré porque no llegaré a leerlas.

10- ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más sobrevalorados y cuáles los menos valorados?

De esto hay mucho, implica un esfuerzo de memoria que rescataría algunos casos y necesariamente dejaría caer en el olvido a muchos en situación de sobre o de infra valoración. Más allá del canon institucional está el canon personal que todos vamos construyendo. Me llevé grandes desilusiones leyendo autores muy promocionados, publicados por grandes editorales, pero yo por cábala me alejo de eso, busco las joyitas.

11- ¿Qué relación tenés con la inspiración?

También caótica, como con la biblioteca, siempre hay que tener el papel a mano, no hay horario ni lugar. Creo en el trabajo, en la continuidad, la obstinación, pero sin presiones de tiempo y lugar.

12- ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?

Cuando pensás la vida a través de las lecturas habidas. Cuando para explicar cualquier suceso vivido te remitís a la experiencia de personajes de la literatura o a lo que dijo tal o cual poeta, cuando cada lectura te remite a otra y otra, y así. Cuando vida y literatura son la misma cosa, no hay línea divisoria. Cuando no salís de tu casa sin  llevar un libro con vos.

 -Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado. 

Nada, más allá de la sustancia estimulante que pueda aportar un té o un café, más allá del mate. La vida diaria se encarga de sumirnos en estados alterados, para bien o para mal.

¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?








2 comentarios:

  1. Creo que Marta se autodefine e su manera de responder: inteligente, auténtica, respetuosa, amena, reflexiva. Una varas veces el término "caótico" en sus respuestas, pero en el corto y rico tiempo que compartí con ella en un encuentro literario, no la encontré para nada caótica. Excelente entrevista. PILAR ROMANO

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  2. excelente!!! gracias siempre por tu saber, Marta querida.

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